2012-09-25

Tarzan and the Golden Lion

TARZAN AND THE GOLDEN LION
Director: J. P. McGowan. Con James Pierce, Edna Murphy, Frederick Peters, Boris Karloff. USA, 1927 
 

Ya saben todos los fieles de este Desván la devoción que en esta casa se siente por África. No por la de verdad, desde luego, que bien conocen cuán preferible es lo soñado a lo corpóreo, sino por aquello que eufónicamente se llamaba el Continente Misterioso, mapa sin trazar de leyendas y exotismos, confortador espejismo del tópico donde sólo la mentira tiene cabida. No se extrañe nadie, pues, si con periódica regularidad ve que una y otra vez vuelvo al encuentro con Tarzán, paradigma y rey de este territorio, inmejorable guía para conocer selvas inexploradas y pueblos sin amarguras.
Nada como el universo que Burroughs esbozara en sus veinticuatro novelas para mejor comprender el proceso por el que una tierra existente entró, gloriosamente, en la categoría de lo inexistente. Épica colonial, consuelo del mequetrefe urbanita que no tenemos más remedio que ser, Tarzán nos es necesario. Aunque la mayor parte de veces el cine lo haya tratado tan mal: ya se lo expliqué antes en numerosas ocasiones. Lord Greystoke dista mucho de ser el tonto encantador encarnado por Weissmuller, el zafio fortachón Gordon Scott o el repeinado y comedido Lex Barker. A decir verdad, sólo el cine mudo le hizo alguna vez justicia.
Este filme de 1927 es de los pocos que contara con la aprobación del escritor. No es extraño, pues hasta la médula es fiel con el espíritu de sus novelas. Ritmo frenético, estructura narrativa, temas, ansias de espectacularidad: todo refleja la cosmovisión de don Edgar Rice Burroughs. Una realización técnica perfecta, una cámara ágil como pocas, un montaje estupendo atento siempre a la acción  y mayores medios de los que el cicatero universo tarzánido del cine nos tiene acostumbrados, contribuyen poderosamente al éxito.

Salen, como no, civilizaciones perdidas de las que son puro carnaval, los Hijos del Sol se llaman en esta ocasión; animales salvajes, negros que por una vez lo son (y no tristes blancos pintados) con sus plumas, sus lanzas y sus huesos en la nariz; un Sumo Sacerdote interpretado por un gigante de feria que sacrifica doncellas vestidas de vedette ante un león sagrado, exploradores malvados, blancos heroicos y montañas de diamantes. Y asoma encima Boris Karloff, cuatro años antes de calzarse las botas del monstruo, tocado aquí con un gorro de cuernos y calaveras e interpretando al siniestro hechicero con el que toda tribu fetén debe contar.
Y todo narrado sin fisuras, con respeto máximo al espectador, que asiste agradecido a tan desacostumbradas atenciones: el frecuentador de los filmes selváticos está habituado a que lo ninguneen como si fuera medio lelo. Jim Pierce compone un buen Tarzán sea vestido de frac o de taparrabos; por mucho que declarase sentirse disgustado con el resultado del filme, acabó casándose con la hija de Burroughs poco después del rodaje. Cine enérgico, cándido y viril como las obras literarias que lo inspiran. Puras ficciones pulp.

17 comentarios:

Alberto dijo...

¡Y yo que pensaba que el primer Tarzán había sido Buster Crabbe en "Tarzán de las fieras" en 1933! Pues esta "Tarzan and the Golden Lion" me he puesto a descargarla inmediatamente. Lo que siempre me ha atraído de las aventuras en África es -más que los animales- el elemento de las civilizaciones perdidas y la magia; al estilo Henry R. Haggard o el Solomon Kane de Robert E. Howard. Por eso no me gusta el Tarzán de Weiss Miller, porque no tiene nada de eso. Prefiero la serie de dibujos animados "Tarzan, Lord of the Jungle" de los años 70. ¡Esa sí que era fantástica!
Gracias, Abuelito.
Alberto.

Alfonso Montaño dijo...

Pero si Boris Escarloff no es negro de verdad, se pierde "autenticidad", ¿no?
Es cierto que hay muchas adaptaciones del Tarzán de Burroughs, en comic y en cine, alejadas del espíritu inicial de sus novelas; pero para mí las seis que hizo Weissmuller para la Metro son un referente como grupo propio, sobre todo las tres primeras; y que conste que algunas de las que hizo para la RKO tienen bastante de esa África irreal de Burroughs. Y esos taparrabos de piel de leopardo con una tiranta al hombro... no... no...

Galderich dijo...

"Ya saben todos los fieles de este Desván la devoción que en esta casa se siente por África. No por la de verdad, desde luego, que bien conocen cuán preferible es lo soñado a lo corpóreo, sino por aquello que eufónicamente se llamaba el Continente Misterioso, mapa sin trazar de leyendas y exotismos, confortador espejismo del tópico donde sólo la mentira tiene cabida."

Toda una declaración de principios que los snobs de lo "auténtico" tacharían de racista, de políticamente incorrecto, de neocolonialista... Y a nosotros que esta otra África nos gusta tanto como la de "Verdad". Una África no quita la otra para los espíritus abiertos a todos los placeres.

El Abuelito dijo...

Alberto, la carrera de Tarzán en el cine mudo es prolífica... De memoria recuerdo varias cintas con Elmo Lincoln, incluyendo la primera de 1917 y un serial de 1921; "Tarzan the Tiger", otro serial basado en Tarzan en el templo de Opar, que está reseñado en una entrada antigua del Desván;"Son of Tarzan", otro serial mudo la mar de disfrutable, también reseñado bajo la etiqueta "tarzánidos"... Posterior es el Tarzán de Herman Brix, serial de los años treinta producido por el mismo Burroughs en persona... En fin, que tiene usted materia para entretenerse largo rato en estas deliciosas junglas de juguete...

El Abuelito dijo...

Las de Weisssmuller, don Alfonso, sobre todo las primeras (aunque también las deliciosas roñas tipo El desierto misterioso o El triunfo de Tarzán, producidas por el Rey de la Cicatería Sol Lesser) me parecen filmes imperecederos, de los que pueden revisarse cada cierto tiempo sin miedo a aburrirse. Lo que no quita para que su personaje tenga poco que ver con el de Burroughs: la fidelidad a lo adaptado no es un valor por sí mismo en el cine.
Ese tirante, ay, corresponde a la moda de su tiempo: antes ya lo lucieron otros Tarzanes como Elmo Lincoln en varias cintas, o el protagonista del serial Tarzan the tiger, cuyo nombre no recuerdo... Y ahsta Purk, el Hombre de Piedra, en los tebeos fantásticos de los cincuenta... Cosas de la moda selvática...

El Abuelito dijo...

Galderich, alguna vez me han dicho fascista por asuntos como este... estrechez de miras se llama eso, y amor al dogmatismo y la consigna... Políticamente incorrecto no es que lo sea yo, es que lo es toda la ficción de prácticamente todo el siglo XX... Ignorarlo o deplorarlo no sirve de nada; mejor disfrutarla desde la distancia, comprendiendo y valorando su circunstancia e intentando no tomar el rábano por las hojas... cosa a la que muchos le tienen excesiva afición...

Alfonso Montaño dijo...

Abuelito, aunque no sea mi costumbre me permito hacer un segundo comentario a la misma entrada. Es por el tema, nada baladí, del tirante del tarzánido en cuestión, siempre que hablemos del sexo masculino. Purk, el Hombre de Piedra, lució escueto taparrabos sin tirantes hasta el tebeo titulado "Los monstruos del mar" de la reedición coloreada de los años 70; en mitad de la historia y sin aparente motivo ya comienza a llevar la tiranta unilateral; puede que a San Manuel Gago le obligase la censura, como también ocurrió con El Jabato, al que Darnís hubo de cubrir su musculado torso con una cota de mallas.
¡Ah! Y no me ha contestado a lo de la negrura artificial de Boris Escarloff en "Tarzan and the Golden Lion".
Beso sus venerables canas.

Alberto dijo...

Sobre Karloff negro: No es la única vez que interpreta un papel "étnico"; en "Los inconquistables" hace de Guyasuta, jefe de los indios Séneca. Esto me recuerda a las maravillosas películas sobre Charlie Chan, en las que el sueco Warner Oland interpretaba al detective chino.
Para mí son todos autentiquísimos.
Alberto.

C. Rancio dijo...

Me he fijado que en el cartel pone "Joseph H. Kennedy presents". ¿No se trata del Kennedy patriarca? porque me consta que anduvo con cosas del cine (más que nada porque tuvo un lío creo que con la Crawford)

El Abuelito dijo...

¡Joroba, señor rancio, menudo ojo clínico que tiene usted! En efecto es el patriarca de los Kennedy, como puede comprobar en este enlace: http://www.imdb.com/name/nm0448132/
Mil gracias por el dato, en el que no había caído...

Saturnino José dijo...

Si John Wayne hizo de Ghengis Khan ¿por qué Boris Karloff no podía hacer de hechicero negro? :-D

El Abuelito dijo...

Don Alfonso, Alberto, señor Saturnino: siempre es preferible un señor disfrazado de gorila que la filmación de un gorila auténtico; un blanco vestido de chino con bigote y coleta que un asiático de verdad; un enano con traje de marciano cabezón que un ente extraterrestre vegetal, mineral o incorpóreo... El cine que adoro es puro artificio y nada resulta en este sentido forzado... Ni siquiera Boris vestido de hechicero negro... lo que entra en contradicción, lo sé, con mi preferencia por negros de verdad en lugar de blancos pintarrajeados como salen en otros filmes. Dos cosas puedo aducir en mi defensa: que los negros pintados suelen ser más bien tristes, no saben mover sus lanzas ni danzar con convicción y resultan casi por norma demasiado rollizos; y que no hay más ley en este Desván que mi capricho, que reserva para sí el privilegio de la incoherencia... Un abrazo a todos, polemistas nietucos!!

C. Rancio dijo...

Marcel Schwobb (otro de los nuestros) dice en un ensayo que en un teatro trataron de representar una tragedia en la que el protagonista tenía que salir con un corazón clavado en un puñal. Para hacerlo realista compraron un corazón de cordero, pero resultó que visto desde las butacas parecía literalmente una mierda pinchá en un palo. Tuvieron que recurrir a un cojincito rojo...

O sea, que arte es artificio.

Anónimo dijo...

Adoramos esa África de ficción como adoramos toda ficción. Nuestro imaginario no se construye con la realidad sino con la interpretación de esa realidad. Si la cultura se hubiera construido sobre la realidad aún estaríamos en la edad de las cavernas porque el acceso a esa realidad es muy reciente. Del mito a la literatura, somos lo que somos gracias a la ficción.

Y presisamente por eso, películas como esta están impregnadas de la magia de los sueños. Para interpretar la realidad ya tenemos las disciplinas académicas

C. Rancio dijo...

Por cierto que esa estantería con libros, más esa pareja vestida de gala, más ese negro con tití, componen un fotograma DESCONCERTANTE.

El Abuelito dijo...

Sueños, en efecto, don Enric, nada más que eso son este tipo de filmes; como tales, sugerentres, caprichosos, en absoluto inocentes, mas siempre dignos de ser soñados...

El Abuelito dijo...

El negro, señor Rancio, abanica con una cuerda atada al tobillo a los blancos presentes, mientras duerme -ya sabe usted la legendaria pereza de su raza- y es observado por su igual, el mono... El resto es el salón burgués de Lord Greystoke, con su mascota Jad Bal Ja el León Dorado incluida...Lo que me gustaría saber es cuáles son los libros que adornan la estantería: tratados de agricultura, o tal vez las novelas de tarzán precedentes...