2010-12-27

Hasta 1935!!

FELIZ AÑO 1935
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"Noche de uvas", por Esteban

Ciento ocho modelos a elegir, corrientes y de lujo

De izquierda a derecha: El Abuelito, dama desconocida, camarero sin identificar, el barman Perico Chicote, la vedette Marita Vilabona
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Una de las Fotografías de Arte de Manassé, que tanto alegran al lector de Crónica

Detalle de la portada de Crónica especial Año Nuevo 1935, por Ribas


Dibujo de Bayo

Como quiera que se acerca el nuevo año y deberes en el Corazón del Bosque me reclaman, déjoles con una selección de imágenes de la galante revista Crónica, que así festejaba la llegada de 1935 desde la capital de la República Española, a gran formato y con envidiable despliegue de medios. Nos veremos al empezar de nuevo el tiempo de descuento, cuando los Reyes Magos hayan pasado ya... ¡¡Feliz año a todos ustedes, pese a quien pese!!!!!

2010-12-24

Macabras navidades

Pues eso, nietucos: que felices fiestas, paganas o no, que para macabras las ocurrencias de las entidades preternaturales que nos gobiernan... Coman, beban, gocen hasta reventar y diviértanse de todos los modos posibles... y a la realidad del telediario que le vayan dando...

(Esta es la portada del almanaque navideño de las Selecciones Géminis de Terror, publicado en 1968, con doce relatos, uno para cada mes, de genios como Seabury Quinn, Lovecraft o Manly Wade Wellman... El resto de cubiertas de esta sinpar colección pueden admirarlas AQUÍ y AQUÍ, por gentileza de su Abuelito... )

2010-12-21

El Capitán Sol

Nuestra siempre imitada y jamás igualada sección
SUPERHOMBRES IBÉRICOS presenta hoy a...
EL CAPITÁN SOL

Entérense de una vez, ignaros nietucos: la historia de los tebeos en España apenas tiene que ver con la que los críticos oficiales les han contado. Lejos de ser un compendio de errores franquistas y viñetas de ínfimos presupuestos estéticos, está hecha en verdad de felices hallazgos, gloriosas imágenes, argumentos enloquecidos, criaturas de lo más bizarro parangonables con cualesquiera facturadas entonces en otros países.

Para muestra un botón, y muy temprano, que de año tan infausto como 1948 es el personaje de hoy: El Capitán Sol, un héroe situado entre el Capitán América y El Hombre Enmascarado, creado por el genio del prolífico escritor Federico Amorós y la línea contundente de don José Grau. Publicó Grafidea los diez cuadernos que componen su historia; cuenta suya es ahora apreciar las tremendas portadas, con sus composiciones insólitas, su espectacularidad, su uso inusual de la rotulación, sus mil detalles disparados como puñetazos directos a la retina del lector.

No es pródiga nuestra historieta en superhéroes, pero haberlos, haylos. Aunque tengan que ver las más de las veces más con Batman, el hombre normal sobradamente preparado, que con Superman y sus poderes extraterrícolas. Es el caso de este Capitán Sol, Hijo del Sol y de la Luna, vengador de Oriente, combatiente en su breve existencia contra ofídicas mujeres, árabes locos, chinos mandarines y tiranos de reinos subterráneos y olvidados.



No le acompañó la fortuna, y eso que era hijo del guionista más comercial de los años cuarenta (Amorós es responsable del éxito colosal de El Jinete Fantasma, y tal vez el escritor de tebeos con mayor sentido de lo fantástico de su época), y de un José Grau aquí especialmente inspirado. Nunca la calidad, ya saben, fue sinónimo de éxito, que así de ingratos somos los humanos.

Y si quieren saber más de este tema fascinante que hasta ahora les habían escamoteado, acuérdense de pedirle al Hombre Gordo Vestido de Rojo que Baja por las Chimeneas estos días mi sinpar librote "Tragados por el abismo - La historieta de aventuras en España", donde podrán enterarse en detalle de cuanto concierne tanto a este como otros muchísimos personajes extraordinarios, por fin rescatados del olvido... Y no lo digo yo solo, miren como el sapientísimo Ausencio se pronuncia AQUÍ, en su inmortal BLOG AUSENTE...

2010-12-17

Dos comedias de Bela Lugosi

THE GORILLA
Director: Allan Dwan. Con Lionel Atwill, Bela Lugosi, los Ritz Brothers, Patsy Kelly, Anita Louise. USA, 1939.

Como ya saben ustedes yo soy un fan como está mandado; fan fatal del fantástico clásico, devoto de Lugosi, Zucco, Karloff, Perico Lorre, Atwill, Rondo Hatton... y su mundo de miserias, sombra, gloria y disparate. Es más placentero que una religión, no da tanto trabajo y lo mismo quita de pensar. Tal sacerdocio exige, eso sí, conocer todas y cada una de las obras de los ídolos del panteón, sean o no de interés objetivo. Como además el hambre de estas cosas nunca se extingue, es lógico que el adicto acabe por devorar hasta las comedias habitualmente tachadas de infames donde Lugosi el Desventurado aparece parodiándose a sí mismo. Que no son pocas y en realidad, ni la mitad de malas que la fama que arrastran.

No he de ser yo quien niegue su categoría de bodrio a títulos como Bela Lugosi meets a Brooklyn gorilla (1952) o las enervantes Ghosts on the loose (1943) y Spook runs wild (1941). Allí lidia el pobre Bela con comicastros ínfimos de la mano de realizadores rutinarios y sin respeto alguno por el trabajo que desempeñan, ni, por supuesto, por su ilustre persona. Sin embargo, otros de estos filmes se dejan ver con agrado, practican una comicidad no tan cercana a la oligofrenia y resultan hoy vigentes y frescos. Es el caso de The Black Cat (1941), You´ll find out (1940) o los dos títulos que acabo de ver, The Gorilla (1939) y Zombies on Broadway (1945).

Mansión gótica, excelente fotografía de claroscuros expresionistas, el caballero inglés perverso y atildado Lionel Atwill, un criminal disfrazado al acecho y dos gorilas de pega a falta de uno. Con semejantes ingredientes sería incluso difícil pergeñar un producto que no contase con el favor del enamorado de estas cosas; Allan Dwan, el veterano maestro de Hollywood (más de cuatrocientos títulos dirige él solito, incluyendo el glorioso Robin Hood -1922- de Douglas Fairbanks) sale airoso con este The Gorilla. Y eso a pesar de contar con el protagonismo de los Ritz Brothers, tres caricatos yanquis de los que entienden que el humor consiste en buena parte en hacer el subnormal ante las cámaras. Sin llegar, de justicia es reconocerlo, a los abismos de abyección de otros artistas de esta misma escuela estomagante como pocas; es más, a veces estos hermanos hasta tienen gracia y todo...

El filme es parodia del género Haunted House,cuyos arquetipos y convenciones conoce al dedillo un espectador amamantado por títulos anteriores como Midnight faces (1926), The Bat (1926), The cat and the canary (1927), The Phantom of Crestwood (1932), Night of terror (1933) y al menos una docena más de similar jaez. Un millonario enredado en turbios manejos -don Lionel- es amenazado de muerte por un criminal que tiene el buen gusto de apodarse "El Gorila" y firmar sus correos con la huella de una garra; la noche en que el asesinato ha de consumarse deambulan por la mansión un siniestro mayordomo -Lugosi-, la asustadiza criada, tres detectives miedicas, la sobrina del gentleman con su prometido, un hombre disfrazado de primate y un gorila de verdad escapado de un circo.

A partir de aquí se sigue una comedia desopilante de las que no concede respiro, en la que los personajes van entrando y saliendo cruzándose sin parar por los mil recovecos, pasadizos y grandes escaleras del enorme caserón de las sombras que les alberga, según manda la tradición del género. Muy bien rodada,brillantemente planificada y construída, salen aquí perdiendo los burdos Ritz Brothers frente a la sabiduría de los titanes Atwill y Lugosi, que con su humor sutil y refinado se los acaban comiendo literalmente en pantalla para dicha de todos nosotros.

ZOMBIES ON BROADWAY
Director: Gordon Douglas. Con Bela Lugosi, Wally Brown, Alan Carney, Anne Jeffreys. USA, 1945.

Siete años más tarde, tiempo que ha servido para que el terror de monstruo y telaraña habite cómodamente los infiernos del género más estereotipado, se embarca Lugosi en una nueva comedia. Ha tenido ya la triste experiencia de rodar dos infamias con los East Side Kids en los estudios del Callejón de la Pobreza; comparados con ellos, los imitadores de Abbot y Costello Wally Brown y Alan Carney que le tocan en gracia en esta humorada de la RKO han de saberle a gloria. O a un mal plato de grasienta paella, cuando menos.

La productora, señalando el camino que en un par de años ha de seguir la Universal, se lanza con Zombies on Broadway a parodiar su propio cine de miedo, en este caso el que muy poco antes hiciesen los venerados Lewton y Tourneur: el filme no es sino una guasa a cuenta del inmortal I walked with a zombie (1943). Transcurre también en la isla de San Sebastián, aparece el mismo zombie larguirucho de ojos saltones y hasta el cantante de calypso Sir Lancelot da la bienvenida con sus insolentes tonadillas a los turistas, tal como acostumbraba hacer bajo las órdenes de Jacques Tourneur. Dirige esta comedia el vigoroso Gordon Douglas, maestro responsable de áridas y violentas series negras (Kiss Tomorrow Goodbye, 1950), filmes de hormigas gigantes (Them!, 1954) o westerns descreídos e iracundos como Río Conchos (1964).

Dos tontos viajan a la isla de San Sebastián comisionados por un gángster para traerse un zombie auténtico que embellezca con su presencia las noches de un elegante cabaret. Dan allí con una hermosa cantante, harta de los trópicos, y con don Bela Lugosi, sabio loco de gótica mansión que gusta de transformar a los hombres en no muertos y tiene a sus órdenes al más célebre entre éstos, la espigada estrella de I walked with a zombie Darby Jones, metido en una ataúd del que solo lo saca para enviarlo a hacer maldades.

El tono de chufla es menos refinado que el de The Gorilla; por fortuna se respetan iconografía y claves del género; la acertada dirección hace hincapié en los aspectos más terroríficos del disparatado argumento procurando no dar respiro al espectador; y algunos hallazgos -el monito zombie que desfila con los brazos levantados, la lucha de Lugosi con este mismo tití, la transformación de uno de los comicastros en muerto viviente- son francamente hilarantes. Como la actuación del Húngaro Inmortal, en un papel que sería capaz de hacer a ojos cerrados, pero que cuenta aún con su interés y su chispa. Por no decir el gozo secreto que embarga al fan cuando lo ve en pantalla dando órdenes a la criatura de Val Lewton y Tourneur, un cruce de monstruos que uno no creía poder llegar a contemplar...

2010-12-13

Pirulete y los gorilas

LOS MISTERIOS DE LA SELVA
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Un insólito héroe de la jungla es este. Pirulete fue creación, allá por los comienzos de los treinta, del escritor Federico Trujillo, de quien aparte de saberle autor de otros títulos para el editor Ramón Sopena, no he podido averiguar casi nada. Se publicaron sus aventuras en tomitos de lujo con lomo de tela y tapas duras, dentro de la colección Biblioteca para niños, en la que abundan más de lo que debieran antipáticos textos del instruir deleitando. Excepción notable son esta serie de viajes de Pirulete a la selva, al País del Sueño y de la Holganza y a otros destinos de reconocido valor y entretenimiento.

Olvidados padres, maestros y cualquier otro representante de la autoridad, se acompaña Pirulete en sus andanzas de una serie de espíritus hermanos: un sabio despistado, un gordo irrisorio, una niña de rubios bucles... que responden a nombres como Perejil, Chimbo o Boliche. En el África del sueño que visitase en 1933 -y que ya saben que me gusta tanto-, gorilas y otros simios le dieron qué hacer, con su afición por raptar mujeres blancas y beber de garrafón hasta perder la compostura.
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La querencia por el garrafón...
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... y sus consecuencias
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Un tranquilo crepúsculo africano
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Dibuja las andanzas de Pirulete, del que se publicaron al menos cuatro libros, el gran Luis Palao, prolífico artista gráfico aragonés asiduo colaborador de Sopena, ilustrador de cuentos, portadista de novelas clásicas y folletines como Búffalo Bill o Nick Carter, que asomase ya alguna vez por este Desván. Cerca de setenta años tenía Palao cuando la emprendió con Pirulete; su magnífico estilo comenzaba a percibirse caduco frente al dinamismo que llegaba de la mano de las vanguardias. Hoy poco importa eso para disfrutar de obra tan brillante y llena de subterráneo humor, y hasta exotismo...
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