2009-07-30
A la jungla que me voy
2009-07-27
Pena y desdicha de dos huérfanos
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TOM & KATTY
Subgénero muy en boga en el folletín es el que cuenta las andanzas y peripecias de muchachos e infantes alrededor del globo. El mundo puede convertirse para ellos en gozoso escenario de aventuras vividas en libertad, o transmutarse en catálogo de suplicios sin cuento que deben apurarse amargamente hasta alcanzar la expiación final.
2009-07-23
Zara, la Mística
TOD BROWNING
Para presentárselo traigo una de sus películas menos vistas, The Mystic. De sus grandes filmes ya les hablé en alguna ocasión y si no lo he hecho yo, hay otras páginas donde les instruirán adecuadamente. Aquí en el Desván, ya conocen mis costumbres, siempre se priman las rarezas, caprichoso que es uno. Vuelve Tod con uno de sus melodramas criminales, especialidad en la que es maestro consumado. Bien es verdad que a pesar del prometedor argumento carece del punto febril y alucinado de sus mejores obras -West of Zanzíbar (1928), The unknown (1927), Freaks (1932)- lo cual no quita para que sea pasto obligado del cinéfago de verdad.
Historia menor, si se quiere, pero en la que asoman de nuevo las viejas obsesiones del cineasta que tanto nos atraen: el mundo de las atracciones de feria, la ambigüedad moral, la redención del crimen por el amor, la conversión y expiación. Y la querencia por el fantástico, en forma de sesiones de espiritismo con círculos de manos entrelazadas y apariciones ectoplásmicas incluidas.
La codicia une a un estafador yanqui con Zara, una gitana húngara que va en carretón de pueblo en pueblo haciendo números de magia, junto a su padre y una compañía de equilibristas y perritos amaestrados. Trasladados a USA, la cíngara se presenta ante la buena sociedad de New York como virtuosísima médium, consiguiendo pronto una clientela de crédulos milonarios a quienes despojar.
Celos, codicia, acción, mezquindad y sobre todo unas sesiones espiritistas que devuelven el Browning más irracional, capaz de componer prodigiosas imágenes. Realización más plana de lo corriente, sí, pero con damas empuñando revólveres, feria ambulante, fantasmas de pega, lanzadores de cuchillos e insanía moral. Más que de sobras para aplaudir esta serie B...
2009-07-21
La Vida Galante
ALMANAQUE PARA 1936
2009-07-17
La vida criminal de Don Arturo Fernández
Policía, chantajista, asesino, gángster en busca de venganza, atracador, pobre víctima... Arturo Fernández tocó todos los palos, en un momento -finales de los cincuenta, primeros sesenta- en que el policial de serie B conoce auge por estos pagos. Y es que por más que se empeñe la desmemoria en decir lo contrario, durante la dictadura de Tío Paco no todo fueron comedietas, folklóricas bailando o películas de militares y curas. Hubo cine de género por arrobas, y hasta serie negra a la española, con más de cincuenta títulos.
Forzosamente más descafeinada, con obligado final ejemplarizante, pero pródiga en captar ambientes sórdidos y marginales y en jugar con la iconografía del perdedor y la mística de la fatalidad, tan apegadas al alma de este tipo de relatos. Y don Arturo, nietucos, era quien solía encarnar tales prototipos. Trampa al amanecer (1959), Regresa un desconocido (1961), Los cuervos (1962), Un vaso de whisky (1958), Distrito Quinto (1958)... son algunos de los títulos en los que demostró Fernández sus sobradas aptitudes para el crimen ficcional.
Hoy traigo a colación un programa doble que echaron ayer, la mar de interesante. De primera pusieron LA GRAN COARTADA, dirigida por José Luis Madrid en 1962. Además de Arturo intervienen Luis Dávila y Marisa de Leza. Nuestro hombre protagoniza una historia muy a lo Patricia Highsmith, en la que el azar pone en manos de un pobre desgraciado un montón de billetes que no le pertenecen, embarcándole en una espiral de chantaje y asesinato para la que de ningún modo se encuentra preparado.
Contada con modos clásicos y firme pulso narrativo, poco tiene que envidiar a cualquier producción foránea del género. Personajes oscuros, desdichados que intentan escapar a su destino triste de proletarios, ausencia de representantes del bien, relato en grises y negros de tintes ruines, miserias morales y atmósfera opresiva y angustiosa, como debe ser.
Completó la sesión una de 1964 del especialista en policial Julio Buchs, con Manuel Alexandre el grande, la impresionante Françoise Brion y un contundente José Bódalo. Si en la primera Arturo era la típica víctima de la tentación, en esta encarna otro estereotipo frecuente, el de un policía corrupto que llega hasta el asesinato por mantener el amor de una mujer fatal. Su nombre, EL SALARIO DEL CRIMEN.
Lo más atractivo, aparte de un ritmo impecable y de una fotografía dramática que pocos años más tarde desaparecería inexplicablemente del cine de por aquí, son los ambientes en que discurre la historia. Cabarets y putiferios de lujo madrileños, con señoritas pilinguis, camareros que pasan farlopa bajo la barra y repelentes ricachones de bigote recortado.
Un final moralizante no llega a amargar la píldora, que al fin y al cabo lo mismo ocurre en la mayor parte de títulos americanos. Yo les animo a que vean este cinema, que aunque no salgan monstruos ni doctores locos, es español, agobiante y de género. Que no es poco.
2009-07-14
El Látigo contra Satanás
Dedicado a mi nieto Yulifero, que pone estas maravillas al alcance de todos los españoles
Llegaron los calores asfixiantes, esos que se meten en el cerebelo y no te dejan ni pensar un poco. Para combatirlos, nada como unos refrescos cinemáticos ligeros y espumosos como esta producción Mad Mex tan simpática y agradecida.
Es este Látigo un justiciero clavadito al Zorro, un poco en la tradición de otros charros enmascarados como el Jinete sin Cabeza o el célebre Charro de las Calaveras, especialistas en ese terror mexicano de a peseta, hijo del catolicismo, empapado de brujerías y heterodoxias. Mezcla, como todas las producciones populares de aquel país, de culebrón, historia de aventuras y filme de miedo. A ver quién da más.
El caso es que es película muy moderna para aparecer por este Desván. Mas no me lo van a tener ustedes en cuenta, porque el fantástico mexicano vive en un tiempo diferente, en el que los modos del terror gótico y la estética del serial siguen gozando de excelente salud, y los monstruos clásicos permanecen vivos y poderosos, anclados entre las telarañas paradisíacas de sus gloriosos años treinta. Y sin complejos, como dice la derechona.