LA DONNA SCIMMIA
Director: Marco Ferreri. Con Ugo Tognazzi, Annie Girardot, Achille Mageroni, Filippo Pompa Marcelli. Italia, 1964.
...San Rafael Azcona, San Luis Berlanga, el Beato Marco Ferreri... figuras del panteón desvanesco no muy pródigas en apariciones, barridas como están ante la avalancha de monstruos de goma y héroes de folletín que suelen copar las entradas de este lugar donde resido. Hoy salen a colación Azcona y Ferreri como autores de una de las cumbres más heterodoxas del Cine Primate, esta Mujer Simio que vi el otro día pirateando la señal de la antena parabólica del soplagaitas de mi vecino.
Una cosa magistral, basada por increíble que parezca en una historia real hasta en sus más escabrosos detalles. No debería ni escribir sobre ella porque el Señor Feliu lo ha hecho ya con inigualable acierto AQUÍ. No sigan leyendo sin visitar antes ese lugar, que verán como salen menos ignaros de lo que entraron. ¡¡No me sean vagos, carajo!!
Sabrán que tras filmar en España tres títulos exquisitos de neorrealismo esperpéntico, el señor Ferreri ha regresado a la Italia que le vió nacer. Mas llevaba bajo el brazo el guión de esta Mujer Simio que el eximio Azcona redactase para él. Allí, en su tierra, lo ha rodado.
La peripecia de Ugo Tognazzi, un sinvergüenza que encuentra una chica muy peluda acogida en un hospicio y la convence para que se exhiba como Mujer Mono, tiene la crueldad extrema que sólo las grandes comedias poseen. Esas que se recrean en recalcar la inmensa broma pesada que termina por ser esta vida...
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Hay que ver cómo en la mejor tradición picaresca enseña Ugo a la moza a comportarse como un primate, exhibiéndola en biquini en un garage de barrio donde ha colocado unas viñetas alusivas a su encuentro en la jungla y, vestido de explorador, le hace trepar a un árbol de juguete y hacer cucamonas para gozo del público.
Más tarde, cuando casarse con la simiesca hembra sea el último recurso para seguir explotándola, Ugo lo hará en ceremonia pública tan modesta como grotesca. Lo malo es que una vez contraído el matrimonio, la señora exige al varón que cumpla íntegramente con sus deberes conyugales... a todo hay que hacerse el ánimo si uno quiere vivir trabajando el mínimo!
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Buenos cuartos ganan con un numerito erótico en los teatros, danzarina exótica ella y matador de simios de trapo él; escenas de insuperable bizarría que conservan todo su salvajismo subterráneo intacto. Como ese demoledor final, que no les cuento, tomado de la realidad y que nadie en su sano juicio se atrevería a soñar.
Háganme caso y bájense esta obra maestra, que el italiano, cuando uno afina la oreja, es idioma fácil de entender, y por degustar esta pieza sibarítica bien vale la pena que hagan un esfuerzo... ¡haraganes!