2010-07-20

Hasta septiembre


Nietucos todos, esto no hay quien lo aguante... hace un calor que mete miedo y quita la gana y hasta el gusto de enseñarles cositas, según la sacra meta que al abrir el Desván me impuse...

Me voy, marcho al Bosque Originario, a la sombra de los colosos arbóreos; lugar encantado por excelencia donde sin duda ha de despertarse mi tercer ojo... Parto en busca de otros niveles de conciencia... pero volveré en septiembre...

¡¡Y ay del que haya aprovechado para abandonar el Desván!! Aquí les veré a todos de nuevo, espero, que para sacarles de la ignorancia aún me quedan muchas lecciones que impartir...

(El dibujo es de don Jesús Sánchez Tena, otro genio del que próximamente he de hablarles también...)

2010-07-15

Vienen del Espacio y traen malas pulgas

Los Programas Dobles del Abuelito presentan...
ESPECIAL INVASORES DEL ESPACIO
---------------------
THE NIGHT CALLER
Director: John Gilling. Con John Saxon, Maurice Denham, Patricia Haines, Alfred Burke. Inglaterra, 1965

Se lo diré una y mil veces: no sean cándidos y no se fíen de los extraterrestres, que tienen en general una mala gaita que para qué les voy a contar. Y quien no se lo crea, que vea el primero de los filmes de este programa doble, obra de don Juan Gilling, el británico autor de El Reptil (1966) y La plaga de los Zombies (1966), de quien ya se habló hace tiempo AQUÍ.

Comienza el asunto de forma ortodoxa: un balón del espacio cae en la campiña inglesa y el ejército, acompañado de un trío de científicos -chico, chica y viejo- corren a llevárselo a un laboratorio, según manda el protocolo. De noche la esfera se pondrá a brillar, produciendo desazón en los presentes, mientras que una garra monstruosa se dejará ver por el quicio de una puerta...

Y es que el cacharro no es más que un teletransportador que se trae a un gigantón de Ganímedes con el objeto, claro está, de raptar lozanas hembras terrícolas. Ya les dije hace tiempo que solo el sexo es motor de los monstruos. Desde que el ladino alienígena se anuncia ofreciendo trabajo de pin up en una revista llamada "Bikini Girl", las chicas londinenses empiezan a desaparecer por docenas.
Filme de amenaza canónico, tanto que no puede evitarse cierta sensación de dejá vu, aunque su buena factura, su dominio del tempo narrativo y esos modos británicos tan comedidos, aún lejos de los excesos de la Hammer, aseguren cuando menos el placer de la iteración. Aderezado, además, por un final insólito, en el que el de Ganímedes regresa a su planeta tan ricamente, sin que las mujeres hayan podido ser liberadas...

KRONOS
Director: Kurt Neumann. Con Jeff Morrow, Barbara Lawrence, John Emery, George O´Hanlon. USA, 1957

Por si acaso aún no lo teníamos claro, echaron en el cine otra película que remarca la maldad de los que acechan ahí afuera. Con decirles que el primero de sus planos es un convencional platillo deslizándose por el espacio... De nuevo un trío de investigadores -chico, chica, feo- asisten a su llegada. Antes, cháchara científica a mazo, más entretenida que en otras ocasiones, y stock shots de misiles y aparatos como está mandado.


Del océano surge una máquina de acero y metacrilato, especie de archivador de oficina gigante y absurdo, que camina torpemente y pretende absorber toda la energía eléctrica de la Tierra. Está conectado telepáticamente con un sabio con bigote a quien posee un espíritu extraterrestre, tiene antenas, hace juegos de luces y en un alarde de imaginación poética es bautizado por los americanos como Kronos.


Su devenir arrasando ciudades y estrujando centrales de energía da lugar a la composición de bellas imágenes, casi abstractas a veces debido a las rectas formas de este monstruo único de perfiles geométricos, rara avis entre los de su estirpe, y ello pese -o gracias a- que el presupuesto de efectos especiales es rácano hasta bordear lo miserable.

Lo mejor del filme se lo llevan esas imágenes hipnóticas; ver pasear a Kronos lanzando rayos aquí y allá, emitiendo ondas concéntricas o espantando a las multitudes es cosa irresistible para quienes, como yo, gustan de esa estética limpia y desmedida tan característica del cine USA de ciencia ficción de los justamente valorados años cincuenta.

2010-07-10

Mujeres del F.B.I.


MUJERES DEL F.B.I.
La mitología de la América urbana en el esplendor de su gloria fascina a las gentes de una de las más pobres provincias del Imperio, allá por 1950, cuando su pecado por pertenecer al bando ideológico de los perdedores de la reciente Guerra Mundial va perdonándose en nombre de intereses estratégicos más urgentes. La colección Aventuras del F.B.I. empieza a publicarse en Madrid precisamente en el primer año de la década de los cincuenta, por cuenta de la editorial Rollán. Más de novecientas novelas componen su vasto fondo.


Espacio donde los lugares comunes de la Serie Negra -dentro del orden permitido por la pacatísima censura- y el policial cristalizan fecundos a partir de modelos cinematográficos. Testimonio irrebatible de su alto interés estético es esta galería de mujeres asomando a sus preciosas cubiertas, de la sensual femme fatale a la guerrillera intrépida, la buscona neoyorkina, la dama de alta sociedad, la hembra maltratada o la barragana del gángster. Todas figuras con una entidad difícil de encontrar en cualquier otro género...


2010-07-06

Viaje adonde se os antoje

Hurgando entre los recovecos del Desván, me doy de bruces con un ejemplar de la edición de 1987 de Viaje adonde se os antoje, traída al mundo por ese fabricante de exquisiteces bibliófilas llamado José J. de Olañeta, un hombre sabio y erudito a quien siempre hay que estar agadecidos, amante como nosotros de la perla rara, curiosa y añeja.

Se trata de un libro publicado en 1843 en París, elaborado a tres manos por los escritores Alfredo de Musset y P. J. Sthal, junto al dibujante Tony Johannot. Las ilustraciones de Johannot vienen a constituir una visión paralela -y muy particular- de lo que el texto va contando. Éste no es más que una historia de amores, algo vulgar, algo alucinada y sazonada de un humor sutil y un poco rancio.

Lo que de este volumen perdura son las ilustraciones del señor Johannot. Febriles, minuciosas, imágenes precisas de la pesadilla. Ese Hombre Delgado y fatal que parece perseguir al protagonista, los monstruos grotescos que a su paso se cruzan, los onirismos infernales, todo se crece de la mano de este dibujante prodigioso, célebre en su tiempo y casi desconocido por estos pagos...


Antes de que apareciese la edición de Olañeta (hoy el libro se ha reeditado y puede encontrase AQUÍ), algunos de estos dibujos adornaron la primera de las antologías de cuentos de miedo hecha con rigor en nuestra Piel de Toro, tan arisca con lo fantástico. A lo mejor alguien recuerda aquel grueso tomo recopilado por el ínclito Rafael Llopis, Cuentos de terror, que Taurus publicara con lujosa presentación en 1963. Una sola de las ilustraciones que aquí les muestro no apareció en el libro de Llopis. Si algún nietecillo adivina cuál es, será gratificado en su domicilio con uno de los afamados Sobres Sorpresa del Abuelito...

2010-07-02

De Reparto

DE REPARTO
Director: Santiago Aguilar. Con Carlos Lucas. España, 2009.

Que en este guirigay de mundo en que vivimos la justicia, en cualquiera de sus formas, no existe, es una verdad que seguramente cuantos lectores peinen canas tengan ya claro hace un montón de tiempo. Viene a cuento la aseveración de un documental moderno de ahora que he podido ver en el cine (hecho excepcional: el más interesante de los géneros, que no es otro que éste, conoce trabas innúmeras para poder llegar a las pantallas), y que al tratar en el fondo de asuntos viejunos, no puedo dejar de recomendarles desde mi modesta tribuna.

Es, como aquel otro del que hace tiempo les hablé (VER AQUÍ), de categoría memorialística, ya saben: un señor que evoca hechos de un pasado del cual casi todas sus huellas han desaparecido. Como si se quisiera recrear, o preservar, la memoria de un mundo extinto del que solo la palabra del entrevistado queda ya.

No sólo las estrellas o los directores consagrados componen la historia del cine: el señor que se mete en la piel de un gorila de trapo, el especialista que salta una y otra vez del caballo, quien fabrica curiosos efectos especiales, las películas astrosas y paupérrimas, los figurantes cuyo rostro apenas asoma en un filme: tanta historia del medio son ellos como doña Marylin Monroe, ni más ni menos.



Así lo atestigua este filme, Retrato de un actor DE REPARTO, realizado con precisión notarial en torno a la figura de Carlos Lucas, un intérprete a quien la efímera fama llegó casi al final de su carrera; un luchador que contra viento y marea frecuentó los platós durante décadas antes de que llegase el papel que habría de darle a conocer: el del aposentador jubilado Sansoncito en el filme Justino, un asesino de la tercera edad (1994), que sin duda cuantos tienen buen gusto han de recordar.



Antes, años de insignificancias; apariciones muchas veces anónimas en cientos de filmes donde su figura enjuta y desgarbada se dejaba ver, siempre con un no sé qué de fatalismo. Fotogramas los de este documental con regusto a nicotina y pensión barata, a bar de barrio, a esperanza burlada. Una cámara, situada junto al camino como el espejo stendhaliano, intenta reconstruir desde la actualidad su peripecia.

Tarea ardua por cuanto el verbo de Lucas es laberíntico y desordenado, y a la que bien pronto parece renunciarse en pro de un discurso fílmico que se quiere testimonio fiel de la realidad de un modo austero, casi entomológico. Pretensión que queda arrumbada por la inmensa humanidad del entrevistado, que conquista y seduce al entrevistador, trasmitiendo, como debe ser, la necesaria emoción.

Carlos Lucas no pudo ver De reparto: una última pirueta de la mala suerte que siempre le acompañó ("mi cuñado decía que yo era gafe", confiesa frente a un café hace rato extinto) quiso que se muriese poco antes del estreno. La vida, ya les digo, de justa no tiene nada. De azarosa sí, y hasta de hermosa, como este filme seco y conmovedor viene a la postre a demostrar.