2010-06-28

Mytek el Poderoso

SEARCH & DESTROY!!
Vaya usted a saber porqué a algunos nos resulta tan reconfortante ver como nuestra civilización queda arrasada en un santiamén por obra de monstruos gigantes. Catarsis, creo que le dicen; tal es la clave del éxito del Kaiju Eiga -las películas de Godzilla y compañía-, del que es dignísimo émulo este simio robótico inglés, nacido en 1964 de la mano del guionista loco Tom Tully y el amante de las sombras Eric Bradbury en la revista Valiant.

Por aquí se le vió por primera vez en 1966, como siempre gracias a los inmundos oficios de ediciones Vértice. Bien se ocupaba la firma catalana de destrozar a gusto el material inglés de IPC/ Fleetway, ampliando viñetas, remontando, añadiendo y deformando: milagro es que a pesar de semejante descabello conservasen las imágenes gran parte de su enorme poder.

A Mytek el poderoso, un gorila robot complejo y capaz de pensar por sí mismo lo crea un sabio loco, el profesor Boyce, con el único objeto de que los revoltosos nativos vecinos dejen su laboratorio en paz. Su ayudante jorobado, Gogra, se hará con el control del simio mecánico, lanzándose a una orgía de hecatombes y cataclismos en la que no deja títere con cabeza. Así desahoga todo el resentimiento que acumula contra el mundo, que no es poco, desde luego.


Miles de muertos, ciudades destruidas por completo, luchas con otros brutos mecánicos, continentes devastados... un espectáculo grandioso de estética apocalíptica, pura hipnosis para quienes, al igual que el buen Gogra, desde pequeños creemos tener cuentas que ajustar con la realidad... Un tebeo bizarro, magistral, sin más argumento que la destrucción total sin compensación alguna, como el más genuino y desesperanzado espíritu punk. Incomprendido, imitado y nunca superado, para todos ustedes en primera edición.
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(Quienes quieran ampliar conocimientos, vayan AQUÍ, que el Maestro Absence las va a dar una lección de las gordas sobre Mytek... yo estoy vago y mejor que él, total no lo voy a hacer...)

2010-06-23

Don Emilio Freixas y los Monstruos

LOS MONSTRUOS DEL SEÑOR FREIXAS

Quiero pensar, aunque mucho me temo que no sea así, que todos ustedes conocen siquiera sea de oídas a don Emilio Freixas, egregio dibujante, espejo de artistas, rey de los ilustradores del cuento de hadas. Reúne su línea depurada y sintética la herencia de los maestros ingleses del género, con Arthur Rackam a la cabeza, y la de los componentes de la escuela catalana, de la que puede considerarse tardío representante.

Proviene de la estirpe de Joan Junceda, Lola Anglada, Joan Llaverías, Gaietá Cornet, cuyos presupuestos estéticos modernistas lleva un paso más allá. Elegancia en la composición, en las maneras, en su amor por el detalle y lo ornamental; Emilio Freixas es responsable de fijar la imagen del universo feérico más propia del siglo XX español, casi siempre desde las publicaciones de editorial Molino.

Amante de la belleza, no es lo grotesco sino lo fantástico maravilloso el material que alimenta su trazo. Ved aquí una muestra de sus criaturas monstruosas, aquellas imprescindibles en todo cuento que se precie. Se realizaron en los años treinta, publicándose en diversos libros reeditados durante décadas. Caperucita Roja o Aladino, fácilmente identificables, se unen a las estampas japonesas y escandinavas creadas para la Colección de Cuentos de Hadas de Molino. Lástima que al ser este el padre de los editores del pulp hispano, el color de sus páginas torne más amarillo que ninguno. Modesto precio a pagar a cambio del disfrute de tan colosal patrimonio gráfico...


El mozo que alegre brinda y bebe con la muerte; la niña devorada entre las fauces de un lobo pocas veces tan carnívoro; un anciano danzando entre los demonios; un ogro que asoma en la foresta; el pavoroso genio que se pone al servicio de Aladino; la rata humillante y dominadora; el vampiro oriental de la Puerta de Rashomon: allá donde el mundo de hadas conecta con las pesadillas. Como la misma vida, sin los edulcorantes que hoy día tanto gustan de imponer los nuevos guardianes de la infancia...
Piquen encima de las imágenes y verán ustedes el prodigio con sus propios ojos...

2010-06-18

Judex

JUDEX
Director: Georges Franju. Con Channing Pollock, Francine Bergé, Edith Scob, Sylva Koscina. Francia/ Italia, 1963.
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Hoy vengo con un remake debajo del brazo, cosa rara, amante como soy de las raíces y lo primigenio. Mas hay ocasiones en que la magnificencia de la versión disculpa tal actitud. Esta relectura de Judex, el serial que don Luis Feuillade realizase en 1916, es en sí misma una obra maestra; no es de extrañar dado que viene firmada por el también francés Georges Franju, amante de estéticas olvidadas y último representante de la noble estirpe de los folletinistas.







Trata en el fondo, como su predecesora, de las maldades del Capital, que a todos nos arrastra con sus latrocinios y rapacerías. En la persona de uno de sus más conspicuos representantes, un banquero sin escrúpulos, Judex ejecuta su atroz venganza. Por medio, iconografías muy queridas desfilan ante nuestros agradecidos ojos: enmascarados portando cadáveres, aparatos científicos art noveau, damas de negro con antifaz y daga en pantorrilla, grandes mansiones, monjas asesinas, sicarios trepamuros, delirantes elementos tan del gusto de los creadores surrealistas.





Vuelta a los orígenes hecha con el máximo respeto, sin ínfulas como ahora se estila, que no quiero ni pensar lo que hoy día harían con material semejante: seguramente una horterada simple como un botijo, sobresaturada de innecesarios efectos visuales. Franju sabe actualizar los modos narrativos sin desvirtuar para nada las esencias. Se propone hacer un folletín clásico, y lo consigue con creces. Y sin nostalgia, como expresa en su dedicatoria: "A Louis Feuillade, en recuerdo de una época nada feliz". Sólo le guía el puro interés por un medio tan vigente como olvidado.




Contiene hallazgos sublimes, como el baile de máscaras lleno de caballeros con cabeza de pájaro, o el paseo nocturno entre azoteas y chimeneas, realidad oculta de la ciudad que volverá a mostrar en Nuits rouges (1974). Mago del encuadre, amo de la luz, conoce bien el potencial lírico que el folletín atesora. Vuelve en Judex el artista capaz de componer fotogramas hipnóticos, el cineasta de casta de Ojos sin rostro (1960) o La sang des betes (1949). Un verdadero poeta de las imágenes, rara avis a quien cualquier espectador sensible debe eterno respeto y veneración...

2010-06-14

Cabezas sin dueño

La destreza del cíclope


El despojo como espantajo
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"¡Estos son mis poderes!"
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Oteando el horizonte, por fin en paz
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El jocoso invento del Dr. Guillotin
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Perfidia oriental
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Salvajismo antropófago
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Justicia civilizada
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El mondo cráneo del comanche
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PERDER LA CABEZA
De la crudeza del folletín ya les enseñé cosas en otras ocasiones. Miren AQUÍ y quedarán bien convencidos. Y es que las gentes del siglo XX no se la cogían con papel de fumar, como nosotros, a la hora de llamar a las cosas por su nombre.
Traigo hoy variada muestra de decapitaciones, cabezas perdidas, cadáveres enterrados por piezas. Todas las culturas han practicado alegres tan expeditiva forma de lección moral. El folletín, espejo del mundo, da cumplida cuenta de ello.
Comienza así en el Desván una nueva selección a la que seguirán otras, floresta varia de imágenes hermosas y contundentes. Próximas entregas se dedicarán al ahorcamiento, los encapuchados, los esqueletos, los espectros y otras variadas iconografías folletinescas. Permanezcan atentos a sus pantallas...
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De arriba hacia abajo:
El Titán de los Mares. Ed. Marco. Portada de Marc Farell, c. 1935.
Aventuras de dos huérfanos. Ed. Gato Negro. Autor anónimo, c. 1930.
Algortín, el huerfanito del mar. Ed. Molinas y Maza. Autor anónimo, c. 1930.
El tribunal de la sangre. La Novela Ilustrada. Portada de Pedraza, c. 1920.
Lord Líster. Ed. F. Granada & Cía. Ilustrador anónimo, c. 1920.
La novela intrépida. Ed Gato Negro. Ilustrador anónimo, c. 1930.
El pequeño Tarzán. Ed. J. Sanxo. Portada de Albert Mestre, c. 1930.
Titán de Bronce. Ed. Gato Negro. Portada de Niel (M. Niubó), c. 1930.
Lucha de razas. Ed. F. Granada & Cía. Autor anónimo, c. 1930.