Se vendieron como los churros en toda Europa desde su aparición en 1907, con el consiguiente cabreo del autor del personaje, que denunció por plagio al editor. Y ganó el caso, obligando a que las hasta entonces tituladas Memorias íntimas de Sherlock Holmes pasaran a denominarse Memorias íntimas del Rey de los Detectives. En el interior de los folletines se siguió utilizando el nombre de Sherlock Holmes, cambiando al Doctor Watson por un jovenzuelo absurdo llamado Harry Taxon.
Ignoro el nombre del ilustrador de las portadas que aquí les muestro, por otra parte, un genio anónimo como pueden ver. Estas son de la edición española de principio del siglo XX que sacase F. Granada y Cía. con colosal éxito. Verán que las escaneo, para que puedan verlas mejor, sin el logotipo de la colección. Miren una de ellas entera e imagínense el resto, que así apreciarán mejor el dibujo.
Loco sentido del misterio y la fantasía que marcará el devenir del género policial durante años. Una muerta metida en una maleta, un sangriento pirata en el Támesis, hombres enmascarados, jorobados émulos de David: maravillas y secretos sin cuento en cada entrega.