2008-12-29

Cuando Sherlock Holmes era alemán

Traigo hoy, nietecillos, para su instrucción y deleite, unas cubiertas e ilustraciones del más célebre de los Sherlock Holmes apócrifos, los fascículos que encargaba el editor alemán de Verlaghaus für Volksliteratur a diversos escritores teutones, sin encomendarse ni a dios ni a Conan Doyle.
Se vendieron como los churros en toda Europa desde su aparición en 1907, con el consiguiente cabreo del autor del personaje, que denunció por plagio al editor. Y ganó el caso, obligando a que las hasta entonces tituladas Memorias íntimas de Sherlock Holmes pasaran a denominarse Memorias íntimas del Rey de los Detectives. En el interior de los folletines se siguió utilizando el nombre de Sherlock Holmes, cambiando al Doctor Watson por un jovenzuelo absurdo llamado Harry Taxon.

Ignoro el nombre del ilustrador de las portadas que aquí les muestro, por otra parte, un genio anónimo como pueden ver. Estas son de la edición española de principio del siglo XX que sacase F. Granada y Cía. con colosal éxito. Verán que las escaneo, para que puedan verlas mejor, sin el logotipo de la colección. Miren una de ellas entera e imagínense el resto, que así apreciarán mejor el dibujo.

Loco sentido del misterio y la fantasía que marcará el devenir del género policial durante años. Una muerta metida en una maleta, un sangriento pirata en el Támesis, hombres enmascarados, jorobados émulos de David: maravillas y secretos sin cuento en cada entrega.

Hasta el mismísimo Jack el Destripador es capturado por nuestro héroe disfrazado de meretriz en las calles de Whitechapel: más arriba tienen la prueba. Estas sugerentes ilustraciones son las que comprase años más tarde un editor belga y que sirvieron de inspiración a Jean Ray para crear al inmortal Harry Dickson, con el que quisiera o no, el detective inglés compartió iconografía. Servidumbres de la cultura popular...

2008-12-27

The maze

THE MAZE
Director: William Cameron Menzies. Con Richard Carlson, Veronica Hurst, Katherine Emery, Michael Pate. USA, 1953

La lección de hoy, queridos nietos, es que no deben tomar demasiado en serio todo de lo que leen por ahí . En una búsqueda por la red acerca de este filme que traigo a colación, un clamor casi universal lo califica de decepcionante a causa de su desenlace: no lo han entendido, pobrecillos. Tan grande como es, en realidad...
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¿Cómo no iba a ser así siendo obra de don Guillermo Cameron Menzies, el más genial director artístico de todos los tiempos, mago absoluto de la puesta en escena? Tiene gracias a su mano un aire como de los años treinta, con mansión envuelta en bruma, árboles retorcidos, pasadizos secretos, telarañas... de nuevo la escultura de las sombras, definiendo espacios físicos y estados de ánimo. Iconografía gótica tan canónica como su mismo argumento.
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Dos mujeres en apuros en una mansión misteriosa presidida por una laberinto. Una maldición familiar; un hombre, el anfitrión, que envejece veinte años en tres semanas; largos pasillos con siniestros criados que los recorren armados de candelabros... luces y ruidos nocturnos, como de chapoteo, de origen desconocido... y huellas de monstruo en las alfombras, cada mañana más visibles... terror de sombra y atmósfera, pautado y ortodoxo como debe ser. ¿Cuál es el secreto que atenaza el viejo castillo...? Nada se revela hasta que las señoras deciden penetrar una noche en el prohibido laberinto...
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Y aquí estalla la heterodoxia. Monstruosa, como me gusta a mí. En forma de una criatura que resulta ser el deforme y centenario antepasado del amo del castillo, quien está obligado a cuidarlo por los siglos de los siglos.... Nada menos que una rana gigante, caprichos de la evolución, que vive en el estanque centro mismo del laberinto misterioso. Batracio colosal que siente y razona como las personas, y que tras ridícula carrera perece al precipitarse desde una ventanal de la mansión.


Dicen los puretas que semejante final estropea chuscamente la atmósfera recreada: resulta por el contrario, colofón acertadísimo. El Hombre Rana proporciona a la película una lectura surreal, la eleva de lo que no era sino una muy correcta serie B hasta los altares exquisitos del Cine Loco y hace que este anciano pierda toda objetividad... Viva Cameron Menzies. Vivan las criaturas verdes de ojos saltones, por siempre jamás.

2008-12-24

Santa Claus contra los marcianos

SANTA CLAUS CONQUERS THE MARTIANS
Director: Nicholas Webster. Con John Call, Leonard Hicks, Vincent Beck, Pia Zadora. USA, 1964.

Ay, que no quería, miren que no quería, no soy yo dado a estas cosas de la navidad, que desde que cumplí los ochenta y cinco que les he perdido el gusto... y sin embargo, no he podido resistirme!

En fecha tan señalada, ¿qué mejor que traer a colación aquella ocasión en que el bueno de Santa Claus conquistó el corazón de los habitantes del planeta Marte? Ya imagino que muchos de ustedes conocen este clásico de la psicotronía, y también que otros blogos lo sacarán hoy a la palestra, pero qué quieren... ya les digo, no he podido resistirme!



Era 1964, naturalmente en el país bizarro por excelencia, los Estados Unidos. Venga a observar la Tierra desde el planeta rojo, hasta que, claro, los niños marcianos pidieron a sus mayores que les trajeran un Papá Noel como el que tenían los terrícolas. Y los papás, ni cortos ni perzosos, hala a viajar hasta el Polo Norte, con un malvado robot y todo, para secuestrar al gordo fabricante de juguetes y llevárselo a su mundo.

En Marte y junto a niños terrestres y marcianos, el Barbablanca terminará por conquistar el corazón de sus habitantes con su bonhomía y sus tontísimas carcajadas, además de derrotar a unos cuantos malos con bigote, reacios a dejarse llevar por el espíritu navideño.

¿Qué quieren que les diga? Esto no es cine normal, como pueden imaginar. Una comedia oligofrénica para niños de los sesenta (de los menos espabilados, todo hay que decirlo), un delirio, un desvarío fílmico. Contado en unos colorines imposibles y preciosos, con una escenografía recargada y dulzona, como corresponde al tema. Con un humor netamente chiripitiflaútico, tontorrón y gesticulante. Con un planeta Marte de estética psicodélica y atrozmente cutre, vean si no las pintas que lucen los oriundos.

Y yo, qué quieren, la veo a gusto. Lenta y necia como es, meriendo mis infusiones de hierbas celestinas y no puedo evitar sonreír medio bobo cada vez que sale el taller de Santa Claus o un marciano que se parece a Joe Rígoli (¿alguien lo recuerda?). Cosa de la edad ha de ser esta beatitud mía... claro que si esto es quedarse medio lelo, bienvenida sea la chochez. ¡¡Felices fiestas a todos, nietecitos del mundo enteroooooooooo!!
(Última hora: vayan a esta dirección de aquí http://www.magiccarpetburn.blogspot.com/ y además de ver un magnífico blogo, podrán leer la versión en tebeo de este clásico navideño. ¡No se lo pierdan!)

2008-12-21

Gustave le Rouge

La serie Grandes personas con bigote presenta a



GUSTAVE LE ROUGE

Sale a la palestra hoy el primero de una restringida lista de escritores que desfilarán por el Desván. Uno de los más ilustres folletinistas franceses, nada menos, gloria de la literatura fantástica más irreverente. Hombre prolífico, de imaginación febril, su cerebro hervía en ocurrencias como olla puesta al fuego; a borbotones las volcaba sobre el papel dando lugar a decenas de novelas inverosímiles.

Hijo del siglo XIX, nació en 1867; vivió bohemio y librepensador, forjador de nuevas estéticas por las que había de discurrir la literatura popular más falta de prejuicios. Fue viajero, filósofo licenciado, autor de teatro, cantante, amo de títeres y marionetas, secretario de un circo y hasta corresponsal en los frentes de la Primera Guerra Mundial. El misterio y el dislate son las materias con las que moldeaba sus creaciones, que van de lo policial a la ciencia ficción más extravagante.

En 1908 mandó al planeta Marte a un ingeniero francés, lanzado al espacio en una esfera propulsada por la energía mental reconcentrada de todos los yogis y fakires de la India. Allí encontró el Prisionero del Planeta Marte prodigios sin cuento: vampiros casi humanos, extraterrestres gordezuelos, pensantes invisibles, hasta un cerebro de tamaño superior al monte Mont-Blanc, que gobernaba con sus monstruosas circunvoluciones el astro entero. Dos novelas constituyen su epopeya:


Su creación más célebre fueron las aventuras del siniestro Doctor Cornelius, "el escultor de carne humana", un genio del mal a caballo entre Fantomas y un mad doctor que vivió en las páginas de una colección de folletines convertida en clásica desde su aparición en 1911, esencia condensada y sabrosa de cuanto ofrece el género. Aquí la publicó Saturnino Calleja en su colección Enigma. Bruguera hizo lo propio en los 80, dejándola inconclusa en dos volúmenes de horrendas cubiertas.


Léanlo cuando puedan, que todavía es fácil rastrear sus obras en librerías de viejo en la colección Novelas y Cuentos que aquí les enseño. Y mientras esperan que algún editor piadoso se decida a lanzar de nuevo al maligno Doctor, vean al menos el índice de sus episodios, con esos nombres que son pura e impercedera poesía pulp.

2008-12-18

The horror of it all

THE HORROR OF IT ALL
Director: Terence Fisher. Con Pat Boone, Erica Rogers, Denis Price, Andree Melly, Valentine Dyall. Gran Bretaña, 1963

Una gran sorpresa, nietucos, de las que alegran el día entero. Una comedia de terror a cargo del genio Terencio Fisher, alejado por una vez de la Hammer y parodiando con fina ironía un universo que conoce al dedillo y en el que se mueve como pez en el agua.

El cantante Pat Boone llega a una lóbrega y aislada mansión en busca de su novia. Noche de tormenta, claro, puertas chirriantes, trampas mortales y demás parafernalia le reciben. Se ha metido de lleno en un caserón estilo Old Dark House habitado en esta ocasión por una muestra de las figuras más selectas del género, la estirpe maldita de los Marley. Una ingenua joven, un mad doctor, un extravagante actor, una aprendiz de vampira, un flemático aristócrata y hasta un loco furioso encerrado en un armario, a quien volvieron tarumba los cazadores de cabezas de Borneo.

Uno por uno, en deliciosa sucesión, van cayendo asesinados. Con un escalofrío de placer vemos desfilar todos los lugares comunes retratados con el sabio sentido de la iluminación y el ritmo narrativo del Maestro, de la habitación en la que desciende el techo a la tarántula en la cama, el laboratorio siniestro o el retrato en la pared cuyos ojos se mueven.

Y no puede evitarse una permanente sonrisa contenida, felicidad muy británica, ante semejante despliegue de inteligencia y amor a lo parodiado. Setenta minutos a disfrutar con secreto regocijo, altamente recomendables para muchos de ustedes, admiradores ciertos del talento de don Terencio.

2008-12-15

The Green Slime/ The slime people

Los programas dobles del Abuelito presentan un...
Especial Babas Verdes

THE GREEN SLIME
Director: Kenji Fukasaku. Con Robert Horton, Luciana Paluzzi, Richard Jaeckel, Bud Widom. USA/ Japón, 1968.

Comienza la sesión con una del espacio que tiene toda la pinta de japonesa, pero en la que no se ve ojo rasgado alguno. Es coproducción con los yanquis, con actores occidentales sumergidos en un ambiente de tuberías de colores, lucecitas y preciosas maquetas, signo distintivo de la maravillosa ciencia ficción nipona de los sesenta. Un canto a la artificialidad y el cine de juguete tan grato a los habitantes del País del Sol Naciente. Puro pop.





Entre galanes rubios y fuertes, muchachas doctoras de espléndidas formas, minifaldas con medias de colorines y hasta algún que otro guateque sideral, se nos cuenta el ataque que unos entes extraterrestres desencadenan contra una estación orbital. Magníficas masas verdosas que se reproducen como amebas y agitan sus tentáculos bajo una piel llena de verrugas y un sólo ojo grande y colorado.

Visualmente muy hermosa, con un argumento algo tontorrón, como es costumbre en esta SF de rayos láser y pistolas atómicas; el ritmo es el adecuado, el preciso para que personajes sin entidad alguna combatan a las Gigantescas Babas Verdes, verdaderas estrellas del filme y quienes justifican su existencia. Ciencia ficción de la que gusta por esta casa, mucho más cercana al sentido de lo maravilloso de Irwin Allen que a las trascendencias y mensajes a lo Kubrick. Y es que ese mismo 1968 se estrenaron 2001: una odisea en el espacio y El planeta de los simios, en las antípodas de la esta película sencilla e ingenua, canto de cisne de unas fantasías demasiado inocentes para los tiempos que habían de venir.


THE SLIME PEOPLE
Director: Robert Hutton. Con Robert Hutton, Les Tremayne, Robert Burton. Susan Hart. USA, 1963
De segunda peli echaron una en blanco y negro de los primeros sesenta, muy en la onda de las traídas y llevadas invasiones de seres mefíticos tan propias de la década anterior.

Un disparate sin apenas explicación acerca de seres reptilescos de limo verde que salen del subsuelo y conquistan en un santiamén la ciudad de Los Ángeles. Eficacia incomprensible dado que se mueven muy despacio, son apenas media docena y a lo más que ha llegado su tecnología es a fabricar una lanza. Los humanos supervivientes se reducen a un señor malhumorado de traje y sombrero, sus dos hijas jovencillas, un piloto recién aterrizado de su avioneta y un soldado raso encargado de la defensa de la metrópolis.
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Para combatir la subterránea invasión los protagonistas hablan y hablan, pasean y pasean en coche, y arrean algún sopapo a las pocas gentes de limo que se dejan ver mientras la paciencia del espectador se agota a marchas forzadas. Para colmo, una persistente niebla nubla la ya de por sí poco clara fotografía, torturando más aún el ojo del pobre desdichado que ha pagado su entrada para encontrarse con esto .

Ay, qué aburrimiento, mal me sabe confesarlo: cine zoquete e inoperante, que apenas logran salvar algunos planos de las malvadas criaturas. Y eso sólo para los que como yo, en viendo un monstruo, perdonamos fácilmente todo lo demás...