BASIL RATHBONE
en un Programa Doble ESPECIAL PSICÓPATAS
LOVE FROM A STRANGER (A night of terror)
Director: Rowland V. Lee. Con Basil Rathbone, Ann Harding, Binnie Hale. Gran Bretaña, 1937.
THE MAD DOCTOR
Director: Tim Whelan. Con Basil Rathbone, Ralph Morgan, Ellen Drew, Martin Kolseck, John Howard. USA, 1941.
Pocos caballeros enmostachados han desfilado por esta galería que puedan compararse en porte y distinción al invitado de hoy, ilustre conocido de todos ustedes. Don Basilio Rathbone, aparte de transmutarse en Sherlock Holmes, encarna a un buen número de villanos ejemplares que, mira por dónde, suelen llevar siempre bigote.
Fino, recortado, de estilo francés, raya transversal en un rostro vertical como pocos, trazada, no sin insolencia, como crucial rasgo de identidad. Un personaje que luce semejante adorno facial no puede ser nunca de fiar. Y la desconfianza genera turbación.
Esa es la palabra que define la actuación magna de don Basilio en los dos filmes que pasaron ayer en Canal Desván. Recital Rathbone, manjar que nunca empacha de sabor irrepetible. El carisma de este hombre es difícil de definir; más allá del indiscutible genio, su figura larguirucha y ese rostro impasible un punto burlón parecen destinados a eclipsar cualquier otra presencia que ose aparecer en pantalla.
Programa Doble Especial Psicópatas que comenzó con una película inglesa, Love from a stranger. Imagínese qué tribulación le embargaría si siendo usted una chica de clase trabajadora le tocase la lotería, conociese a un apuesto y gentil caballero, casara con él y descubriese que el señor es un serial killer que lleva despachadas a tres esposas más antes que usted. Qué porvenir tan negro...
Programa Doble Especial Psicópatas que comenzó con una película inglesa, Love from a stranger. Imagínese qué tribulación le embargaría si siendo usted una chica de clase trabajadora le tocase la lotería, conociese a un apuesto y gentil caballero, casara con él y descubriese que el señor es un serial killer que lleva despachadas a tres esposas más antes que usted. Qué porvenir tan negro...
Basil borda al loco despótico de modales encantadores y carcajada vesánica que en juego cruel gusta atormentar a su víctima antes de acabar con ella. Menos mal, porque el peso del filme descansa casi por entero sobre sus espaldas, entre una puesta en escena de austeridad monacal y unos modos teatrales que lastran como plomo su desarrollo.
Imposible reconocer en esta realización rutinaria y plana al director brillante y personal de Son of Frankenstein y La Torre de Londres, otras dos colaboraciones de Rowland V. Lee con don Basilio. Encuadres vulgares, ausencia de atmósfera, abuso de planos medios, cámara inmóvil, interminables parrafadas... ¡demasiadas faltas se quiere hacer perdonar!
Con la segunda que echaron, la producción de la Paramount The mad doctor, antes que nada hay que deshacer un malentendido: se trata de un doctor que está loco, no de un doctor loco como arquetipo. Aquí no hay laboratorios, redomas, ayudantes jorobados o catacumbas. Basilio es un psiquiatra desequilibrado, que se limita a repetir las mañas de Barbazul de su personaje del título anterior.
La ambigüedad preside este cuento de inquietudes y recelos. Sospechosa se presenta la profesión de psiquiatra, como de manipulador mental rodeado de palabrería intelectual y confusa, frente al modelo de normalidad que representan los simplones personajes positivos.
Extraña es también la relación de Rathbone con su escurridizo criado, interpretado por el ofídico Martin Kosleck, cómplice en sus crímenes, que tanto se disgusta al saber que su amo se va a casar por amor... con una mujer. Ambiguo, por último, el romance que Basil sostiene con su víctima, una joven paciente a la que trata entre el sincero apasionamiento y la secreta pulsión de dominar, sin que nunca lleguen a conocerse sus verdaderas intenciones.
Hecha un poco al socaire de la moda del psicoanálisis que tanto gustó, el actor da en The mad doctor una nueva lección de cómo crear inovidables malvados. En narración ágil y bien estructurada, lo suficientemente cinematográfica como para saber sortear un exceso de diálogos, despliega Rathbone su talento. Psicópata con clase, sin ironía y de cualidades reptilescas; hombre atormentado también, que hasta logra que lleguemos a compadecer su dañina existencia. El Mal, casi con mayúsculas...