Director: William Witney y John English. Con Henry Brandon, William Royle, Robert Kellard, Gloria Franklin. Republic Pictures. USA- 1940.
¡De rodillas todos, irreverentes! Hay que acercarse a esta película como los cristianos a misa los domingos: tomando por certezas unas alegres fantasías con las que se transportarse a otro mundo. El paraíso perdido de la serie Z, en nuestro caso, con sus convenciones todas bien colocaditas en su sitio para gozo eterno del creyente. Encima es de Fu Manchu, con lo malos que son los chinos, que ya lo avisó Sax Rohmer en sus escritos, y yo lo he leído un montón de veces y sé que hacen torturas y son crueles y quieren llevarse a nuestras mujeres. Y el peor de todos es el Diabólico Doctor; bien se encarga de dejarlo patente esta obra maestra del cine desarrollada en quince capítulos reyes absolutos del género. A pesar del bochornoso presupuesto, William Witney y John English son capaces de desplegar en estas cuatro horitas y media una serie de portentos que incluyen unas cuantos zombies dacoyts creados por Fu, joyas con poderes, templos con trampas mortales, estatuas que cobran vida, tambores que suenan presagiando la muerte, museos siniestros, aparatos mágicos, gongs, fanáticos encapuchados: maravillas sin cuento ni freno cuya fuerza plástica alcanza a veces las sublimes cotas estéticas de la Universal. Qué pulso narrativo, frenético como debe, que ya es sabido que en todo serial se corre mucho, y en este se trata de impedir que Fu Manchu se haga con el cetro de Gengis Khan y reúna de nuevo sus hordas amarillas. Escenas sublimes, como el ataque de las falsas figuras de cera que en realidad son zombis disfrazados, cualquiera de las muchas en que un impasible oriental acecha tras la puerta para asestar una cuchillada al blanco bueno o todas en las que sale el nefasto Mandarín, creación de un Henry Brandon glorioso con el cráneo afeitado, el gorro negro, las cejas pintadas y el regio batín de dragones dorados. Impresionante.
¡De rodillas todos, irreverentes! Hay que acercarse a esta película como los cristianos a misa los domingos: tomando por certezas unas alegres fantasías con las que se transportarse a otro mundo. El paraíso perdido de la serie Z, en nuestro caso, con sus convenciones todas bien colocaditas en su sitio para gozo eterno del creyente. Encima es de Fu Manchu, con lo malos que son los chinos, que ya lo avisó Sax Rohmer en sus escritos, y yo lo he leído un montón de veces y sé que hacen torturas y son crueles y quieren llevarse a nuestras mujeres. Y el peor de todos es el Diabólico Doctor; bien se encarga de dejarlo patente esta obra maestra del cine desarrollada en quince capítulos reyes absolutos del género. A pesar del bochornoso presupuesto, William Witney y John English son capaces de desplegar en estas cuatro horitas y media una serie de portentos que incluyen unas cuantos zombies dacoyts creados por Fu, joyas con poderes, templos con trampas mortales, estatuas que cobran vida, tambores que suenan presagiando la muerte, museos siniestros, aparatos mágicos, gongs, fanáticos encapuchados: maravillas sin cuento ni freno cuya fuerza plástica alcanza a veces las sublimes cotas estéticas de la Universal. Qué pulso narrativo, frenético como debe, que ya es sabido que en todo serial se corre mucho, y en este se trata de impedir que Fu Manchu se haga con el cetro de Gengis Khan y reúna de nuevo sus hordas amarillas. Escenas sublimes, como el ataque de las falsas figuras de cera que en realidad son zombis disfrazados, cualquiera de las muchas en que un impasible oriental acecha tras la puerta para asestar una cuchillada al blanco bueno o todas en las que sale el nefasto Mandarín, creación de un Henry Brandon glorioso con el cráneo afeitado, el gorro negro, las cejas pintadas y el regio batín de dragones dorados. Impresionante.
2 comentarios:
¡¡¡Fu-Manchú!!!.
¡Qué recuerdos!.
Mi infancia está llena de películas de aventuras de sábado tarde,algunas de las más recordadas las de Fu-Manchú,sobretodo aquella "Las mujeres de Fu-Manchú",donde el malvado chino cortaba las coletas a las mujeres que caían en una fosa llena de cocodrilos.
Me dirás que estas películas,que eran las de Christopher Lee,son de peor calidad que las que tu comentas (¡¡y encima en color!!)pero son las de mi infancia.
Bueno, he de reconocer que la serie de Cristopher Lee me gusta (sobre todo las dos primeras -El regreso de FM y Las novias de FM; las de Jess Franco -FM y el beso de la muerte, El castillo de FM- tienen, en todo caso, un encanto demasiado particular); con un poco de paciencia las encuentra todas en la mula.
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