Dir: Roy del Ruth.
Int: Beverly Garland, Bruce Bennet, Lon Chaney Jr., George McReady, Richard Crane.
20th Century Fox. B/N. USA. 1959.
Pero qué envidia le tengo. ¡Quién fuese como él! ¡Qué paradigma de actores, qué espejo en que mirarse, jovenzuelos! La serie B se hizo carne y su nombre fue Lon Chaney Jr. Dicen los bienpensantes que su registro era limitado ¿Cómo? ¿Interpretar a Drácula, el Hombre Lobo, Frankenstein, la Momia o el Maestro Satánico es acaso poca cosa? Vale, también hizo a menudo de vaquero malo, de policía rudo y hasta de indio con plumas. Con un físico semejante a ver qué querían. Animalidad que traspira el hombre. Conoció los seriales, las profundidades abisales de las parodias mejicanas, los años de gloria de la Universal y las monster-movies de los 50´s. ¿A que se cambiarían por él? Hombre, uno ya sabe que la decadencia fue larga y penosa, desgracias que pasan, y que tuvo sus más y sus menos con el tema del chufle... pero qué quieren ustedes… ¡Así es la cosa esta de la vida.!
Acabo de encontrármelo en los pantanos de Lousiana. Un caimán de los que por allí abundan se le ha merendado la mano izquierda, así que no tiene más remedio que usar un garfio. Lo ví algo borrachuzo, hecho un Adán sudado y grasiento, siempre de malas pulgas, disparando su revólver y escupiendo blasfemias. Andaba metido en una jarana de sabios locos, mutantes y cocodrilos que no quiera usted saber, ayudando en una clínica llena de pacientes enmascarados. Hombres que entre sueros y rayos los transforman en reptiles o algo así. Lo explican todo en una película: The alligator people. Son asuntos de un mad-doctor que pretende curar gente con glándulas caimanescas, pero en esto del fantástico ya se sabe, se te va un pelín la mano y te sale cada desvarío... El caso es que a pesar de semejante argumento el director Roy del Ruth se las arregla para construir una película casi perfecta, más de creación de atmósfera que otra cosa, lejos del ridículo, más próxima a La mosca (1958) que a The mole people (1956), por citar dos de la misma cosecha. Una historia demencial desarrollada como un cuento gótico en el Bayou, pródigo en escenas surrealistas excelsamente iluminadas. Un tono comedido y pausado, con ejemplar gradación de la intriga, que se quiebra con la aparición final de un monstruo de risa hecho de retales de bolso. Por su culpa, los puretas no le han concedido el lugar que merece entre los clásicos del fantástico ¡Ignorantes descerebrados que desconocen que un ser raro de a peseta no puede sino ennoblecer cualquier realización! ¡Contertulios de Garci, sean anatema!
Acabo de encontrármelo en los pantanos de Lousiana. Un caimán de los que por allí abundan se le ha merendado la mano izquierda, así que no tiene más remedio que usar un garfio. Lo ví algo borrachuzo, hecho un Adán sudado y grasiento, siempre de malas pulgas, disparando su revólver y escupiendo blasfemias. Andaba metido en una jarana de sabios locos, mutantes y cocodrilos que no quiera usted saber, ayudando en una clínica llena de pacientes enmascarados. Hombres que entre sueros y rayos los transforman en reptiles o algo así. Lo explican todo en una película: The alligator people. Son asuntos de un mad-doctor que pretende curar gente con glándulas caimanescas, pero en esto del fantástico ya se sabe, se te va un pelín la mano y te sale cada desvarío... El caso es que a pesar de semejante argumento el director Roy del Ruth se las arregla para construir una película casi perfecta, más de creación de atmósfera que otra cosa, lejos del ridículo, más próxima a La mosca (1958) que a The mole people (1956), por citar dos de la misma cosecha. Una historia demencial desarrollada como un cuento gótico en el Bayou, pródigo en escenas surrealistas excelsamente iluminadas. Un tono comedido y pausado, con ejemplar gradación de la intriga, que se quiebra con la aparición final de un monstruo de risa hecho de retales de bolso. Por su culpa, los puretas no le han concedido el lugar que merece entre los clásicos del fantástico ¡Ignorantes descerebrados que desconocen que un ser raro de a peseta no puede sino ennoblecer cualquier realización! ¡Contertulios de Garci, sean anatema!
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