2008-05-30

Doce ocasiones


ROBERTO ALCÁZAR VS. LAS MUJERES DIABÓLICAS

A trancas y barrancas, sin regularidad odiosa, va una segunda entrega de pura poesía pulp, nueva tanda de portadas de Roberto Alcázar y Pedrín, facturadas por el gran maestro fauve Eduardo Vañó entre 1945 y 1955.

Allá ustedes si quieren seguir empeñados en negar la belleza sincera y salvaje, de creyente en el género, que destila la serie. Quédense los necios en casita con sus prejuicios y sigan haciendo chistes con el personaje a cuenta de sus inexistentes simpatías políticas, repitiendo como asnos las consignas enseñadas.

Nietos despiertos, aprecien la bizarría grande de estas imágenes. Vean algunas de las ocasiones en que el detective y su amiguito se las tuvieron que ver con señoras de armas tomar. Domadoras de panteras, diosas africanas, traficantes de opio, piratas enmascaradas, reinas del espacio, danzarinas orientales, sectarias encapuchadas. Hasta demonios rubios y enemigos dentro de la propia casa, lo peor.

Todo el mundo del pulp y el folletín autóctonos en doce rostros de mujer.

Próximamente el Abuelito les dará la tabarra con nuevas entregas propagadoras de la verdad alcazariana. Píldoras concentradas de genuino y verdadero pop art español. ¡¡¡No se pierdan el próximo episodio!!! ¡¡¡ROBERTO ALCÁZAR VS. LOS ENMASCARADOS!!!

2008-05-28

No debe leerse de noche


Los libros del miedo, entrega nº 1, presenta:
NARRACIONES TERRORÍFICAS
El Abuelito, siempre desviviéndose por educar a sus nietos, les obsequia de nuevo con una más de sus irregulares secciones, de aparición anárquica como es norma en esta casa. Como parece que les gusta ver portaditas y saber cosas de los pulps, los folletines y demás fuentes primarias, he decidido ir poniendo por aquí entradas sobre diversas colecciones de cuentos y novelas de terror, por supuesto todas confeccionadas en España, qué caramba.

Se llamará Los libros del miedo, y si bien no será posible reproducir los textos, por lo menos verán ustedes la parte gráfica de un buen puñado de series de las que asomaron a los kioscos con el loable propósito de provocar escalofríos y difundir las verdades del género.

La primera de todas es Narraciones terroríficas, editada por don Pablo Molino desde Argentina -don Pablo marchó a Buenos Aires cuando por aquí salió Franco a la calle con los cañones-, si bien confeccionada y distribuída regularmente en España. Apareció el 10 de junio de 1939, justo entre nuestra guerra y la segunda mundial.
José Mallorquí, futuro autor de El Coyote, coordinaba, traducía y colocaba relatos de vez en cuando. Juan Pablo Bocquet hacía las portadas, directamente inspiradas por las de otros pulps norteamericanos, como quedó demostrado en el sabio texto La novela popular en España, tomo II, de ediciones Robel.

Tiene un montón de cuentos procedentes de Weird Tales, con Lovecraft, Augusto Derleth, Roberto E. Howard, Manly Wade Wellman, Seabury Quinn, Roberto Bloch, Dennis Wheatley y otros traducidos por vez primera al castellano. Y echa mano también de clásicos decimonónicos de Bram Stoker, Poe, Sheridan le Fanu o Stevenson. Una maravilla, ya ven ustedes.
En la próxima entrega de Los libros del miedo les enseñaré más cubiertas de estas y algunas ilustraciones interiores. ¡¡No se la pierdan!!

2008-05-26

La niña de Frankenstein

UNA EXCLUSIVA DEL ABUELITO SÓLO PARA FANS

Como personas cabales que son, seguro que han lamentado toda su vida no haber podido comprobar con sus propios ojos cómo el Monstruo tiraba a la niña al agua como si fuese una margarita, en la célebre escena cortada de El Doctor Frankenstein (1931).

Su Abuelito, siempre atento a sus necesidades más perentorias, se la trae aquí a remiendos, que menos es nada, con estas tres fotos consecutivas. Empiezan justo cuando la niña le ha enseñado a la criatura cómo flotan las flores en el lago. De arriba hacia abajo, verán que se acercan los dos de la mano, arroja a la pequeña al agua y se observa, en la tercera, la salpicadura.

Las dos que se ven peor están en un ejemplar de Famosos Monsters del Cine, la versión cañí de la revista de Forrest J. Ackerman. La segunda es de una web que habla del papel de los negros en las pelis de horror. Es muy recomendable para alumnos de grado superior que quieran ampliar sus estudios y se llama http://www.blackhorrormovies.com/

2008-05-25

Niñas decimonónicas

UN JUGUETE LA MAR DE TRAVIESO

Hala, otra alegría de la entrepierna de esas que tanto les gustan a la juventud vigorosa!

Este juguetillo lo estoy gastando yo desde antes de la guerra del 14 por lo menos. Se presentaba dobladito, por la cara que presenta el rótulo ese de Amusant. Por detrás salía la tentadora hurí enarbolando su copita de champán.

Y cuando se abría, ay! Un dibujo de gran calidad artística y un versito para completar la función educativa que venía a cumplir tan curioso artilugio.
¿Cómo resolvería el dilema nuestra ecuyère?

2008-05-22

The magic sword

THE MAGIC SWORD
Director: Bert I. Gordon. Con Basil Rathbone, Estelle Winwood, Gary Lockwood, Anne Helm. USA, 1962

El otro día echaron por la tele La espada mágica, una de Bert I. Gordon que viene a sumarse casualmente a otras recientemente emitidas en el Canal Desván. Ay, este Berto, el único hombre capaz de hacer de un sólo trucaje toda una carrera de director de cine.
Esta es su obra maestra, una fantasía blanca, un cuento de hadas en Technicolor repleto de los entrañables efectos especiales del maestro. Es decir, un poco como las de Harryhausen pero en pobre, lo que otorga mayor encanto perverso. Un guión impecable desarrolla sin los altibajos en el ritmo al que las producciones de la casa nos tienen acostumbrados, la historia de un brujo malo, una bruja buena, una princesa raptada y un caballero al rescate.

Todo envuelto en un incesante despliegue de maravillas: hombres cocopera, ogros gigantes (¡cómo no!), sirvientes de dos cabezas, espejos mágicos, paladines resucitados de su sueño de siglos, maldiciones, micos sabios, hombrecitos en jaulas, una fugaz aparición de Angelo Rossitto y hasta un enorme dragón de tres cabezas.

Por salir, hasta salen el semidiós Basil Rathbone como pérfido hechicero, y Mayla Nurmi, la colosal Vampira de Plan 9 from outer space, hecha un adefesio irreconocible como pueden ver en la imagen. Y Estelle Winwood, la vieja actriz secundaria, que compone un papel lleno de ironía y se come la pantalla cada vez que asoma con sus artes mágicas de broma.

Y colorines, y dorados y oropeles, y vestidos que parecen disfraces, como corresponde al mundo del cuento. Un divertimento alegre y fresco, hora y media de distracción y maravilla aseguradas. Que yo al cine no le pido nada más, ni nada menos.

2008-05-21

The Ghoul

THE GHOUL
Director: T. Hayes Hunter. Con Boris Karloff, Ernest Thesiger, Sir Cedric Hardwike, Dorothy Hyson. Gran Bretaña, 1933.
Poco y no demasiado bueno había leído de esta primera incursión de San Boris Karloff en el horror británico. Y la verdad es que no hay razón, que la película cumple con creces y hasta es capaz de excitar alegremente el paladar de un fan irredento como yo mismo.

Cuenta la historia de un egiptólogo, Karloff, agonizante poseedor de la Luz Eterna, un talismán mágico que convenientemente manipulado por el dios Anubis será capaz de resucitarle y abrir las puertas de la inmortalidad. Con la luna llena saldrá de su sarcófago con muy malas pulgas y la emprenderá con una serie de mangantes que quieren a toda costa hurtarle la joya.

El maravilloso escenario, la lóbrega mansión del científico hecha de oscuridades góticas y jeroglíficos tallados, y la simpar cripta donde es enterrado Karloff según los ritos blasfemos de los antiguos paganos; una de esas escenografías de madera y sombras fotografiada exquisitamente que tanto abundan en el cine de los años de gloria para asombro de estas generaciones desustanciadas de ahora.

Grandes y decisivos estos asuntos de luz y atmósfera, y aún más en este caso los actores que por ellos deambulan. Aparte de Boris, magnífico tanto como moribundo como cuando se convierte en monstruo de rostro deforme y andares frankesteinescos, lucen con brillo propio dos magnas estrellas olvidadas.

El primero, Ernest Thesiger, el Doctor Pretorius de La novia de Frankenstein (1935), el anfitrión loco de El caserón de las sombras (1932), una figura enjuta de severa faz que aquí interpreta a un impecable y algo ladrón mayordomo, llenando la pantalla con sus ademanes histriónicos y extraños.

El otro grande, Sir Cedric Hardwike, el hombre que nunca fue joven, prototipo de la maldad fría e implacable del burgués firmemente instalado en sus convicciones e intereses. En esta ocasión es malvado, cómo no, y doctor, que es cargo acorde a su dignidad. Ya lo demostró como nieto de Frankenstein en la canónica Ghost of Frankenstein (1942), y en cuanta oportunidad se le diese de enseñar su físico calvo y adusto.

Algún bajón de ritmo, algún desajuste -debidos a la intervención de la inevitable pareja romántica y a los toques de comedia mala pata tan estimados entonces- son los pecadillos veniales que cabe atribuir a The Ghoul. El resto, un poderosísimo cóctel visual, con algunas escenas -el sepelio iluminado por antorchas- que son sublime regalo para la pupila del conoissseur.

2008-05-19

Tres matadores

TRES GRANDES EN SAN ISIDRO

El otro día me llevaron a la Feria de san Isidro, y no quieran saber ustedes que toreros más magníficos vi en la lidia!

Primero salió el diestro Tarzán, el Rey de la Selva, muy bruto, de mañas toscas (le partió el cuello al toro con sus propias manos) y un pelín gay según lo presenta siempre su apoderado Burne Hogarth.

Luego vino un americano, Metamorpho, matador nada ortodoxo pero muy alegre y divertido. Vean qué requiebros, qué verónicas. Y la capa, de fabricación casera e instantánea, como nos hizo notar nuestra vecina de palco doña Ramona Fradon.

Por último tomó la alternativa el novillero Pedrín Fernández, el Niño de Lisboa, de la mano del maestro Roberto Alcázar. Técnica primitiva pero gracia por arrobas. Vean el reportaje gráfico que les he preparado.
Viva la fiesta nacional, y olé!!

2008-05-16

La verdad sobre Sweeney Todd



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EL AUTÉNTICO BARBERO ASESINO

Ni Timoteo Burton y sus musicales bochornosos, ni el atildado y llamicoso Tod Slaughter en su versión cinematográfica de 1936... Ninguno ha dado con la verdad...
Aquí les presento un pliego de cordel, de aquellos que vendían los ciegos en las plazas o colgados de una pinza en selectas esquinas de las calles decimonónicas. Cuenta nada menos que la historia de Sweeny Todd, el barbero asesino que mataba a sus clientes degollándolos y lanzando sus cadáveres a un sótano cuidadosamente disimulado. Y de su alianza con el comercio de pasteles cárnicos de al lado, encargado de sacar tajada -nunca mejor dicho- de las atrocidades del peluquero...

Según los datos que proporciona esta publicación madrileña sin fechar, estos dos buenos pájaros eran de París, y su criminal alianza fue descubierta en 1415 nada menos. Bernabé Cabard era el rapabarbas, y Pedro Miquelón el curioso pastelero de carne humana. Y la historia, igualita a la que ha seguido contándose varios siglos más tarde...

Vean algunos textos del pliego (de 32 páginas en total), y la ilustración que a modo de portada llevaba. Reflexionen pues sobre las raíces de la ficción, hondas de veras como pueden comprobar.

2008-05-14

Instantes publicitarios

¡¡PRONTO... MUY PRONTO EN ESTE DESVÁN!! ¡¡PERMANEZCAN ATENTOS!!

2008-05-13

Grandes personas con bigote: Lionel Atwill

THE MAD DOCTOR OF MARKET STREET
Director: Joseph Lewis. Con Lionel Atwill, Una Merkel, Nat Pendleton, Claire Dodd

Sirva esta película, última en que Lionel Atwill ejerció de protagonista, como pretexto para introducir a uno de los señores con bigote más admirados en este Desván, luminaria del fantástico, compañero del doctor Frankenstein, de los Tres Mosqueteros, de Sherlock Holmes, del capitán Blood, de Bela Lugosi, de Karloff y de George Zucco...
Sabio loco y criminal por excelencia en títulos bellos y olvidados: The vampire bat, Man made monster, Doctor X, The Sphinx, Murders at the zoo... Poco a poco y quieran o no les iré dando noticia de todos ellos, componiendo a piezas una semblanza de tan grande y desdichado actor.

Atwill se especializó en papeles de villano, con los que al parecer disfrutaba especialmente, y compuso a través de todos ellos un personaje de nombre y fortuna cambiante pero que el fondo es siempre el mismo renacido incesantemente de sus cenizas.

Es el perfecto caballero inglés, elegante y atildado, de modales impecables, frío y decidido, de astuta maldad, consciente siempre de su superioridad sobre el resto de la especie humana. Por eso suele hacer de gentleman, de médico, de gobernador o abogado, personajes circunspectos que ocultan su locura al mundo. El británico toque de crueldad va como anillo al dedo a sus papeles perturbados, y aporta un encanto inédito hasta entonces en el arquetipo de malvado.

Justo antes del escándalo que daría al traste con su carrera relegándolo a los deliciosos infiernos de las producciones paupérrimas rodó Lionel este filme, una serie B de la Universal mezcla de aventura exótica y película de terror hecha con escaso presupuesto y menores pretensiones.

El caso es que el Doctor Benson tiene que salir por piernas de su domicilio en Market Street, NY, cuando se descubre su afición a despachar seres humanos en su búsqueda del perfecto estado de animación suspendida. La mala suerte hace que el barco en que viajaba hacia Nueva Zelanda naufrague, yendo a parar con un reducido grupo de supervivientes hasta una isla perdida donde los nativos le nombrarán primero Dios de la Vida, se convertirán luego en sus súbditos y acabarán por quemarlo vivo cuando se den cuenta de que no es capaz de resucitar a los muertos como presumía el muy ladino. Mal castigo para su pequeño pecado de soberbia.

Claro que cualquiera se fía de estos salvajes, los mismos con taparrabos de colores que salen en todas las películas hablando un inglés correctísimo y deambulando entre chozas de paja y un jardín que simula la jungla. La verdad, este filme es una nadería, apenas tiene anécdota y todo parece fiarse a la capacidad hipnótica de Atwill y su poder para convertir en atractivo un papel pobre y penoso.

En resumen, un festín sólo apto para fans encallecidos como el que les habla, que tanto agradecen encontrarse con las estéticas viejas y resabiadas y la gozan inmensamente viendo como don Lionel embauca a los indígenas y continúa con sus experimentos en la isla. Plato pobre en ingredientes con fuerte regusto a pulp rutinario y un puntillo rancio.