Director: William Nigh. Con Boris Karloff, Maris Wrixon, Henry Hall, Ray "Crash" Corrigan. USA, 1940.
Todo, todo lo tiene este filme humilde y magnífico para ingresar directamente en el Olimpo del Desván: es de 1940, gran cosecha; está producido por la Monogram, esa fábrica de cine pobre que fuera refugio de todas las luminarias del cine de miedo apartadas por la gran industria, de Lugosi el grande a Lionel Atwill; el guión, casi sin pies ni cabeza, es del devoto Curt Siodmak, el mismo de El Hombre Lobo, de El cerebro de Donovan, de Curucú la bestia del Amazonas y de tantas otras glorias bizarras y añejas; y para colmo el protagonista es San Boris Karloff, que como siempre proporciona una auténtica lección sobre el arte de interpretar con la mayor dignidad los papeles más inverosímiles. Y salen escenas de circo, y un gorila suelto en una ciudad del Medio Oeste paseando, haciendo aspavientos y cepillándose malvados de cuando en cuando.
La cosa va de un mad doctor bueno, rechazado por sus colegas científicos, empeñado en hacer experimentos en su casa -en la que habita solitario junto a un ama de llaves vieja y muda, como es de rigor-, y obsesionado por los misterios del fluído espinal, que debe ser algo la mar de apasionante dado el interés que parece despertar en esta clase de discípulos de Esculapio. Al pobre hombre, al que hasta los niños apedrean, se le ha metido en la cabeza curar a una vecinita suya paralítica, la única del pueblo que ni le teme ni le hace chufla. Lo malo es que para conseguirlo debe extraer el dichoso líquido de seres humanos recién muertos, un poco difícil de conseguir, la verdad. Mas estamos en el reino de la genuina serie B y la solución ha de venir por los caminos más insólitos.
El buen doctor tiene la fortuna de ser atacado en su laboratorio por un gorila escapado de un circo ambulante, al que quita de en medio en un abrir y cerrar de ojos metiéndole una inyección letal. Nada más sencillo ya: despelleja al simio, se hace un traje con su piel y así vestido se dedica a matar gente para extraerles el fluído que la enferma necesita, echándole las culpas al mono fugitivo! Un argumento francamente extravagante que para gozo del fan respeta canónicamente todos y cada uno de los lugares comunes del género, como habrán podido darse cuenta.
El gorila lo interpreta Ray "Crash" Corrigan, un actor de westerns y películas de acción (es el protagonista del fantástico serial Undersea Kingdom, que todos ustedes deberían conocer) que durante más de veinte años compaginó su carrera como secundario con el uso de un disfraz de primate que le reportó pingües dividendos y le llevó directamente al estrellato bizarro. Corrigan nunca hace una interpretacíon naturalista, sino que se mueve mucho, ruge sin cesar y se bambolea muy al gusto del espectador, que cree estar viendo en acción un auténtico monstruo sanguinario. Y es que estéticamente pocas cosas hay que provoquen tan hermosa fascinación como ver a un señor vestido de simio, máxime cuando se pasea entre laboratorios y probetas en blanco y negro.
La verdad es que en este The ape todo aparece más cuidado que en las producciones habituales de la casa; aunque el equipo de rodaje sea el mismo se diría que la presencia de Karloff hace que haya un mayor esmero en todos los sentidos: ritmo y montaje impecables, fotografía con inquietudes y hasta banda sonora adecuada y bien conjugada, algo muy raro en las películas de la Monogram. Incluso hay momentos ejemplarmente filmados, como el del primer asesinato de Karloff recitando un siniestro monólogo frente a su víctima o el impactante asalto del monstruo a la casa del médico, irrumpiendo a través de los cristales de una ventana.
En fin, nietales, la Santísima Trinidad: mono de mentiras, Boris Karloff y un guión loco a no poder más. ¿Qué hacen ahí que no la están buscando ya?
3 comentarios:
Temía yo que lo corneara algún morlaco de esos que pastan por el agro. Bienvenido de nuevo a la barbarie ésta.
Albricias mil por su venerable retorno!! Y encima hablando de los entrañables gorilas de la serie B, vaya gustazo. No olvidemos que hablamos de la época en que cualquier cosa con gorila de por medio atraía la atención de miles de fans. En DC los artistas estaban obligados a sacar un gorila en portada cada dos números, porque estadísticamente los números con simios en primera plana vendían más que los normales.
En fin, "The Ape" es una de esas entrañables bizarradas que tanto nos gustan y en la que Karloff hace el mono de la mejor manera posible!! No olvidemos que su coleguita Lugosi también tuvo sus más y sus menos con los primates de serie B.
Saludos y rebienvenido!!
¡¡Hummmm un mono cepillándose a algún que otro malvado!!.
¡¡Es mas malvado el idioma que el mono!!.
Publicar un comentario