2008-07-19

The unearthly / The mad Magician

La Terraza de Verano del Abuelito presenta...

THE UNEARTHLY.
Director: Boris Petroff. Con John Carradine, Tor Johnson, Allison Hayes, Myron Ealy. USA, 1957
THE MAD MAGICIAN
Director: John Brahm. Con Vincent Price, Mary Murphy, Eva Gabor. USA, 1954.

Atiza, nada menos que un programa doble dedicado a los flacos que dan miedo echaron el otro día cuando bajé hasta la Terraza de Verano! Con dos series B modernas, de los cincuenta, protagonizadas por célebres leptosómicos, John Carradine y Vincent Price.

La primera, The Unearthly, no puede ser mala: una película que se abre con Tor Johnson turulato estrangulando a una doncella raramente puede defraudar. Es producción de 1957 en la que el luchador sueco, ese icono perfecto de todo un modo de entender el cine, repite el papel de Lobo, sicario retrasado al servicio de un mad doctor. Así que si antes había secundado a Bela Lugosi en Bride of the monster (1955), ahora le toca estrenarse junto a un Juan Carradine experto en glándulas, residente en una mansión apartada llena de pacientes locos y obsesionado por conseguir la fórmula de la eterna juventud.

Es como pueden imaginar un filme hecho de arquetipos y lugares comunes que juega con el placer que la iteración causa a los devotos del género. Y no falla. Sólo por ver a Tor deambulando medio zombi por oscuros pasillos o acarreando ataúdes a la luz de la luna ya valdría la pena este Unearthly.

No digamos por contemplar a Carradine rabiando porque los experimentos le salen mal, y en vez de en jóvenes convierte a las personas en deformes, hirsutas o mutantes. Director de una particular casa de reposo en la que guarda catatónicos y horrendas arpías en los sótanos, se entretiene entre frascos y probetas y aún le da tiempo de tocar el órgano, instrumento preferido por este tipo de perturbados.
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Más allá del regocijo visual que semejantes actorazos garantizan, la narración es torpe y deslabazada, avanza a golpes y encima escamotea a la recua de mutantes barbudos que ven en el bonito cartel hasta el final, todos en una jaula sin hacer nada y cuando ya se ha muerto Carradine, a película acabada. ¿Cómo se puede ser tan asno, señor Petroff?
Tras el descanso, los bocatas y las gaseosas echaron otra peli, esta con Don Vicente haciendo de aprendiz de brujo. Ventaja es que se desarrolle este thriller en el mundo de la farándula decimonónica, entre prestigitadores, bambalinas, funciones y magos de dudosa calaña. Mundo hermoso desaparecido, con aires de gran guiñol que disparan el resorte salivar del fan con sus estéticas excesivas y su grandeza de tres al cuarto.
Va de un inventor de trucos para espectáculos de magia profesional, un pobre infeliz a quien roban sus mismos clientes y cuya mujer encima se ha largado con el empresario que lo explota inmisericorde. No le dejan ni arrimarse a sus creaciones -obras de bizarría macabra, como la guillotina motosierra o el horno crematorio instantáneo-, le malpagan y le humillan. La cosa tenía que explotar y Price, valiéndose de su camaleónico talento para el disfraz, emprende una venganza que no deja títere con cabeza.

Dirige el gran John Brahm en horas bajas esta historia con algún punto en común con su anterior The lodger, aunque el genio que allí desbordaba apenas asome en este humilde entretenimiento. Un inmenso Don Vicente, eso sí, creando unos inventos a caballo entre los de Franz de Copënhage y las máquinas de asesinar, acaba por redimir este pequeño cuento cruel.

2 comentarios:

Balaoo dijo...

Qué maravilla, lo de Vincet un baldazo, no la conocía ni de nombre, lo que no asombra dada mi ignorancia propia de los tiempos que atravesamos. Cómo prometen... A conseguirlas...

Anónimo dijo...

Un refrescante programa doble digno del autocine más destartalado.
Apetecen mucho verlas con zarzaparrillas y sandwichs de chope y revilla.
Eso de los mutantes barbudos y la guillotina-motosierra tienen que verlo estos ojitos...