La Terraza de Verano del Abuelito presenta hoy...
X, THE UNKNOWN Director: Leslie Norman. Con Dean Jagger, Edward Chapman, Leo Mc Kern, Anthony Newley. Gran Bretaña, 1956.THE MAGNETIC MONSTER
Director: Curt Siodmak. Con Richard Carlson, King Donovan, Harry Ellerbe, Jean Byron. USA, 1953.
Otra vez armado de bocadillo y cervecita bajo del desván hacia la
Terraza de
Verano, que echan otro programa doble de películas modernas de los cincuenta, especial
Monstruos Invisibles y Baratos.
Echan primero una inglesa de la Hammer, hecha antes de que la productora explotase el filón del terror, en 1956.
X, the unknown, un poco en la línea
Doctor Quatermass de tan grato recuerdo: blanco y negro sin aspavientos; frialdad, comedimiento y corrección británicos y veneración por la verosimilitud científica de la historia.
Esta misma obsesión tiene
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este
X en común con la otra película de hoy,
The magnetic monster, que con las formas propias de la serie B clásica americana (la de verdad, que ya está bien de tomar el apelativo en vano) desarrolla un argumento igualmente guiado no por la emoción ni los personajes, que en ambas importan muy poco, sino por el afán cientifista. Actitud muy arriesgada y que gustará a los puretas del fantástico, pero que exige máxima pericia narrativa para que
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no acaben por echarse en falta los viejos iconos monstruosos, garantes al menos de algo de alegría.
Y encima, dato revelador, en ninguna de las dos cintas salen mujeres. Nada de emoción humana, toca engullir ciencia a pelo.
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El periplo de unas partículas de tierra que albergan desconocida forma de vida procedente de las más remotas capas del subsuelo desde su hallazgo en un campo militar a su análisis en el laboratorio, pruebas, etc, centra la atención del relato. Complicadas explicaciones científicas, inacabales discursos acerca de radiaciones, magnetismos, ondas y que sé yo qué galimatías más seguidos de explosiones cada vez más fuertes, cristales que se rompen y personas que mueren derretidas animando una función por lo demás fría como un témpano. En fin, menos mal que al final la criatura emergente -hasta entonces una fuerza invisible- se digna aparecer hecha una masa a lo
The Blob que amenza con devorar al planeta entero y logra de paso inolvidables secuencias.
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Un balance correctito, que donde no abunda emoción o irracionalidad no está a gusto el Abuelito. Ciencia ficción realista de la que bendice la crítica, una pizca de locura la redime.
Algo que no ocurre con la infumable
The Magnetic Monster, una desvergüenza
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del venerable Curt Siodmak. Idéntico distanciamiento, atención a la cosa científica -aquí unas ondas magnéticas subterráneas que provocan paradas de motor y hacen volar planchas y tijeras- e interminables diálogos cubrien
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do una acción que no es tal sino inanidad. Mucho nombrar al "Monstruo" y anunciar en los carteles un Frankenstein Cósmico que total como es invisible prometer no cuesta nada.
Un aire como tieso, de documental, decenas de aparatos y
stock shots a mazo que culminan en la mejor escena de la película: secuencias enteras
robadas sin tapujos al expresionista filme alemán
Gold (1932), que a juzgar por lo aquí visto debe ser impresionante; como veinte o veinticinco minutos seguidos hurtan lo menos estos sátrapas. Lo mejor, lo único bueno que sale. Porque de las explicaciones de los profesores aquí sí que no me enteré de nada. Salen sabios declamando interminables parrafadas que deben de dar mucho miedo a los que le gusta la física pero que a una persona como yo dejan absolutamente derrotado. Me aburrí mucho, la verdad. Casi me duermo y todo, cosa de la edad a lo mejor...