Director: John Brahm. Con Laird Cregar, Merle Oberon, George Sanders. USA, 1944.
Después de The undying monster, este El realquilado es la segunda película que John Brahm rueda para la Fox. Vaya por delante que sin ser una producción de gran coste no se trata ni mucho menos de la habitual serie B; aquí hay detrás un gran estudio y por tanto los medios técnicos son impecables, que para eso se cuenta con tres pesetitas más de presupuesto. Y se nota mucho. Tanto que resulta ser la mejor creación del director. Una película de quitar el hipo, una obra maestra, ya está dicho, ea.
El señor Brahm, y después de ver esta ya no me cabe duda, es un autor como unas casas, con un sello personal que distingue su cine del de cualquier artesano de Hollywood (ojo, que esa es la gente que un servidor más respeta). Estilo, se dice, y finura y elegancia en este caso. Una cámara grácil y volandera, presta a situarse en los lugares más insólitos y a dejarse llevar en travellings desorbitados; una fotografía expresionista sencillamente excelsa, que juega y domina las sombras a su antojo; una iluminación que convierte el Londres brumoso y eternamente nocturno -en realidad un solo plató rodado desde mil ángulos- en escenario de pesadilla opresivo y amenazador; una puesta en escena exquisita, amante del detalle, nada naturalista y gratamente artificial... Brahm sabe hacer del espacio un actor más, y no precisamente el menos importante del reparto.
Y encima, y aquí viene la diferencia con The undying monster, ¡qué admirable guión! Nada menos que la historia del Destripador -no se llama Jack, pero actúa en Whitechapel y mata también señoras públicas- vista desde el punto de vista de la casera que le alquila una habitación con ático. A Laird Cregar, un actor de presencia imponente, estilo vieja escuela, comparable en su magnificencia -perdóneseme la blasfemia- al mismísimo Lugosi. Camaleón siniestro y atormentado de dicción solemne y macabra, se insinúa su homosexualidad reprimida y se muestran a las claras sus obsesiones bíblicas que le llevan, no puede ser menos, a matar. Cosa mala la religión y en grandes dosis más aún, y si no que se lo pregunten a Merle Oberon, pobre muchacha alegre a quien Cregar quiere encargarse de extirpar el mal -muy a su manera, claro- en unas secuencias finales que nada tienen que envidiar a los supenses hitchcockianos ni a los alardes formales de Orson Welles. Película además de personajes, con secundarios deliciosos y trabajados como debe ser; delicatessen añeja de las que se catan pocas en toda una vida. Yo ya me he hecho devoto de John Brahm para siempre.
5 comentarios:
yo he visto escenas de esta peli y me parecieron la rehostia. Tenía una fotografía en blanco y negro increíble y el prota daba muy mal rollo!
¿estas pinículas tan raras no se las inventará ud?
yo creo que no existen. no las encuentro por ninguna parte...
Por el argumento que me cuentas,esta película es un remake de "The lodger" dirigida por Alfred Hitchcock en 1927 con Ivor Novello en el papel del inquilino-supuesto-asesino.
¡Efectivamente! Y por una vez el remake supera al original (y eso que el señor Hitchcock es uno de los santos de este desván...)
yo vi a Merle Oberon en Cumbres Borrascosas y me pareció malísima actriz, muy aburrida!! de hecho la película no me gustó tanto por ella...perooo se me antojó ver the Lodger, le tendré q dar una 2da oportunidad a Merle, veré si puedo encontrarla
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