Nada, que no paran de llegar nuevos testimonios de la lucha contra la malvada envidia amarilla, que quiere acabar con nuestra civilización y gozar de nuestros lujos y nuestras mujeres.
Vean, vean: al Hombre Sin Rostro clavando la mano del mandarín en La ciudad Submarina, retratados por el gran Víctor Aguado hacia 1931;
al Murciélago, abnegado superhéroe, lanzando chinos por los aires, según captó con su cámara Boixcar en 1945;
al Cosaco Verde dando lecciones de dialéctica a un espantajo con cara de dragón, por obra y gracia de Fernando Costa (1962);
a un Fu Manchú verde oliva presidiendo una de las nefastas reuniones del Si-Fan, de las que nada bueno puede salir según nos contaron en este album de cromos de 1944;
y, otra vez, que ahora ya he aprendido a colgar grande la imagen para que ustedes puedan ampliarla, las tribulaciones de los detectives blancos en La ciudad del Infierno, cuyos datos no recuerdo, pero que pueden buscar en la primera entrega de esta serie Peligro Amarillo.
1 comentario:
Unos años después todos querían ser Bruce Lee.
Publicar un comentario