King of the Wild

- ... Ay, Abuelito... Mire que es usted cabezón! ... Anda que si esto llega a ser una revista... ¡pues no hace rato ya que le habrían despedido! Ande, no sea plasta y deje de hablar de seriales, hombre, que eso es cine que no ve más que usted, que está loco, y no le interesa a nadie. ¿No se da cuenta que cuando lo hace todo el mundo calla, por caridad, para no darle disgusto?

- Pues que se fastidien. Ellos se lo pierden si no saben ver en la sinceridad descarnada del género el resumen, la cumbre, el epítome de los lugares comunes de la ficción popular del siglo. O ya dejándonos de coartadas intelectualoides, ¿cómo no les va a gustar, si es papilla hecha de gorilas, hombres con turbante, chicas y fieras, misterios y revólveres? Nada, nada, yo a seguir con mi Apostolado... Ajo y agua, que hoy toca una cima de la Aventura con mayúscula, y encima sale San Boris Karloff haciendo de moro malo pocas semanas antes de calzarse las botas del Monstruo... Se titula...

KING OF THE WILD

Director: Richard Thorpe. Con Walter Miller, Nora Lane, Otto Hoffman, Boris Karloff, Arthur McLaglen. USA, 1931

Si no fuese en un serial, ¿dónde podría esperarse encontrar un grupo humano protagonista compuesto por un americano vestido de chilaba, dos hermanos que salen a buscar diamantes con lo puesto, un explorador con salacot, un Hombre Simio, una dulce abuelita que resulta no ser tal, un majarajáh asesinado y un beduino espigado y gallardo de torvo mirar?

Esa desvergüenza a la hora de abordar la aventura es médula de este cine, sin duda su ingrediente más sabroso. En este sentido resulta perfecta esta última producción que don Boris rodase para la casa Mascot, una historia que si bien no resulta muy coherente, no escatima en cambio situaciones regocijantes y portentoso sentido de la acción. Desarrollada ésta en varios escenarios, algo muy de agradecer en un cine normalmente austero hasta la indigencia. El desierto norteafricano, la India, África misteriosa, la jungla de juguete, a todo sabe Richard Thorpe sacarle su jugo.

Se estructura, como todo serial, en forma de persecución entre varios grupos. Los árabes ambicionan diamantes, los hindúes buscan venganza, el protagonista quiere justicia, un señor travestido de ancianita no sabemos bien qué desea, y el malvado dueño de un monstruoso Hombre-Gorila solo parece ser feliz fastidiando a todos los demás.

Aderecen semejante excusa argumental con toneladas de carreras; encierros en la cárcel; salvajes con aros en la nariz; un volcán con lava; leones, jaguares y tigres; el naufragio de un buque resuelto con escenas de otras películas; un pelín de romance; puñetazos y barbas postizas. Ya verán que plato más vistoso les sale: un festival incesante de acción, lleno de humor, como este King of the Wild, heredero de las formas del reciente cine mudo y modélico en su clase. Alegría filmada, contagiosa para los que sepan degustar estos frutos de especies ya extintas.