Director: Henryk Szaro. Con Franciszek Brodniewicz, Kazimierz Junosza-Stepowski, Maria Bogda, Jan Kurnakowicz. Polonia, 1936
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Un astrólogo contempla las estrellas, pintadas, y predice vida extraordinaria para un niño que acaba de nacer. Con el paso del tiempo simbolizado por el discurrir de las figuras mecánicas de un reloj, sueños y apariciones diabólicas se suceden en la infancia del predestinado. Así hasta que se convierte en un señor con bigote, noble amigo de los humildes a quienes protege y alimenta.
Desde la primera escena la acción sitúa este Señor Twardowski, popular cuento polaco, en el espacio mítico de la tradición occidental mágica y legendaria, vasto territorio fantástico que desde España hasta Rusia codificaron los escritores románticos. Algunos expresionistas alemanes transitaron por él no mucho antes de que se rodase esta producción que tanto acusa sus ecos; pocas veces desde entonces se le ha acercado el cine, y eso que es imaginario pródigo en maravillas y obras maestras: ahí están El Viyi o Manuscrito encontrado en Zaragoza para probarlo...
Desde la primera escena la acción sitúa este Señor Twardowski, popular cuento polaco, en el espacio mítico de la tradición occidental mágica y legendaria, vasto territorio fantástico que desde España hasta Rusia codificaron los escritores románticos. Algunos expresionistas alemanes transitaron por él no mucho antes de que se rodase esta producción que tanto acusa sus ecos; pocas veces desde entonces se le ha acercado el cine, y eso que es imaginario pródigo en maravillas y obras maestras: ahí están El Viyi o Manuscrito encontrado en Zaragoza para probarlo...
La inmersión en tal espacio se realiza mediante una estética capaz de otorgar cualidades irreales a los escenarios más cotidianos, con uso de maquetas, fotografía estilizada al máximo y ambientación en un difuso pasado de extrañas arquitecturas y vestimentas. Un gabinete mágico dotado de telescopio, calavera, momia, cocodrilo en techo, grimorios, retortas, alambiques y hasta una mano disecada del mismísimo demonio es el escenario donde la historia se fragua.
Ronda Satanás al señor Twardowski, idealista que sueña con ser el dueño del mundo para poder redimir a los hombres. Tan loables propósitos se van al traste cuando el aspirante a mago se pierde por culpa de una mujer bella y ambiciosa, vendiendo su alma a cambio de gozar de la moza tanto como de poderes mágicos durante los siete años siguientes. Aromas faústicos despide desde entonces la pantalla, confirmados por la aparición final de una pía Margarita encargada de sacrificarse por el ánima del nigromante.
Brujo vitalista y alegre Twardowski se despide de la vida a lo grande, sobrevolando la ciudad a lomos de un gigantesco gallo mientras desde las alturas arroja monedas de oro sobre la muchedumbre. Y es que aquí la celebración de la vida sustituye, sin merma alguna para el resultado, tanto a la tiniebla gótica acostumbrada como a los alardes metafísicos. Pura fantasía europea, nada más y nada menos...
5 comentarios:
¡Cuántas maravillas guarda su desván!
Ésta, por edad, no la he visto, pero este tal Szaro parece un señor bien interesante.
Su agradecido nieto, Sr. F.
Cuente con copia, a no dudarlo, en breve, señor Feliu... Vale la pena!
Otro descubrimiento...! Conocí hace poco la versión de Has sobre "EL manuscrito encontrado en Zaragoza", que me fascinó de verdad. Una obra maestra. Intuyo que esa es algo parecido, habrá que ver si la consigo de alguna forma.
... aún situada en el mismo territorio, no llega a las alturas excelsas de la peli de Has... lo que por otra parte muy pocos filmes pueden decir. Vale la pena y mucho, en todo caso, este Señor Pwardowski, y está en emule a nuestra disposición gracias a los buenos espíritus que velan por nosotros...
Recomiendo a todo el mundo "El manuscrito..." una obra maestra.
"Fausto" también debe ser delirante, lo digo por esa escena final con el protagonista arrojando monedas desde un pollo gigante. Promete lo suyo. Borgo.
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