Carne de horca

CARNE DE HORCA

Director: Ladislao Vajda. Con Rosanno Brazzi, Emma Penella, Fosco Giachetti, José Nieto, Félix Dafauce. España, 1953.

Regreso hoy, puntual como la muerte, y qué mejor para empezar esta tercera temporada del Desván que hacerlo con el género español por excelencia, que parece mentira que siendo tan racial y tan de aventuras no hubiese asomado aún por aquí. Me refiero, claro está, al de bandoleros serranos, muy en boga en folletines y novelas por entregas hasta bien entrado el siglo XX. Ahora parece que se ha perdido, lo que no deja de ser una lástima... y una tontería, porque posibilidades sigue teniendo a mazo.

La obra capital les traigo, nada menos. Aunque sea descubrir un Mediterráneo, que esta es película premiada y hasta tolerada por la crítica oficial. La firma Ladislao Vajda, un genio, ya saben, responsable de clásicos del horror como El cebo (1958) o Marcelino pan y vino (1954).

Vajda sabe ver en este género el verdadero western español. Así que fotografía, puesta en escena, la concepción pictórica de cada encuadre, el uso del paisaje como elemento dramático, todo remite al cine del Oeste. Sólo que aquí el saloon es la venta con sus ristras de ajos y chorizos, las indias son bellas gitanas salvajes, los ranchos, cortijos y los colts mutan en trabucos.

Huelga decir que ni un solo plano chirría; en pulso narrativo e intensidad dramática nada tiene que envidiar a cualquiera de los grandes westerns que el maestro Antonio Mann filmase con Jaime Stewart, Colorado Jim (1953), Tierras lejanas (1955) o El hombre de Laramie (1955), porque esta Carne de horca (¡qué hermoso título!) es como aquellas, historia de honor y venganza protagonizada por un hombre malo en busca de su redención.

Una obra maestra sin paliativos, que sabe sacar el máximo partido de los actores, que se molesta en dotar de carácter a cada uno de los secundarios, que cuenta encima con intérpretes de quitar el hipo, desde Pepe Isbert a Juan Calvo, el sibilino Félix Dafauce o el gran José Nieto, que encarna al cruel bandido Chiclanero.

Esta Carne de horca resulta ración obligada para todos ustedes, que les confirmará una vez más la existencia -y valor- del mucho cine de género facturado durante la tiranía del Tío Paco. A mí me va a costar mucho olvidar escenas como la del afeitado del Lucero, el asalto a la diligencia, el duelo nocturno a navaja vil, el cerco final al cortijo o la matanza desencadenada en el pueblo... No sean necios, abandonen prejuicios y búsquenla, que en la mula está en perfectas condiciones. Y gratis, todavía.