Edward L. Cahn
Dedicado a mi agudo nietecito Vivaldo Moore
Con esto de no tener ni televisón por cable, ni tedeté, ni satélites, ni cristo que lo fundó, que vivo muy conforme con mi viejo Telefunken, me veo yo solito cada ciclo que para qué. Estos meses echan en Canal Desván la obra completa de don Eduardo L. Cahn, presentada cada noche por el espectro gangoso de Alfonso Sánchez. Ustedes se lo pierden, por modernos.
Emitieron ayer doble programa de este coloso de la genuina serie B, un hombre capaz de multiplicar escenarios -uno por uno son cuatro en manos de Cahn-, tal es su habilidad a la hora de sacar partido a los escasísimos recursos disponibles. Con su cámara y su inquieto montaje, el Gran Khan se atreve con todo. Y casi siempre sale airoso.
Para muestra un botón, la modestísima película Curse of the Faceless Man (1958), una historia ingenua y eficaz que vuelve sobre lugares comunes de los que nos gustan: reencarnaciones, momias, diálogos inverosímiles, un equipo científico reducido al mínimo y sobre todo un monstruo de caminar vacilante, verdadera razón de ser de estas producciones.
Con esa manía que tienen las momias de tomar a la primera moza con que se cruzan por aquella otra que les tenía sorbido el seso hace dos mil años, el cuerpo redivivo de Quintillus Aurelius, un gladiador petrificado de la ciudad de Pompeya, la toma con un pintora moderna a la que no cesa de perseguir en todo el metraje. Venga de despertar, de deambular y de romper cuellos y cuanto se le ponga por delante.
Con esa manía que tienen las momias de tomar a la primera moza con que se cruzan por aquella otra que les tenía sorbido el seso hace dos mil años, el cuerpo redivivo de Quintillus Aurelius, un gladiador petrificado de la ciudad de Pompeya, la toma con un pintora moderna a la que no cesa de perseguir en todo el metraje. Venga de despertar, de deambular y de romper cuellos y cuanto se le ponga por delante.
El impecable pulso narrativo del Gran Kahn, una iluminación que trasciende con creces la pobreza de la puesta en escena y unos esforzados maquillajes de Charles Gemora -el antiguo Hombre Simio de Hollywood- salvan este filme. Gracias les sean dadas, que así este Hombre sin Cara entra directo en el senil Olimpo del Abuelito...
La semana anterior pusieron la mejor que he visto de este titán del destajismo fantástico. Las cuatro calaveras de Jonathan Drake (1959), fíjense qué título más bonito.
Cuenta este filme con un montón de aciertos. Al habitual tino de Cahn en la puesta en escena, planificación, iluminación y montaje se suman esta vez unos grandes actores. Vean sino a don Henry Daniell, especialista en componer ofídicos villanos, haciendo aquí de sacerdote amazónico camuflado que vive con un cuerpo cosido a su cabeza desde hace doscientos años.
Los más avispados lo recordarán como Moriarty en algunos títulos de la saga Rathbone/ Holmes; nadie, en todo caso, dejará de caer seducido por sus modales adustos, su seca e implacable mirada, sus dientes apretados en perpetua mueca de desdén.
El argumento es loco, como suele suceder con este Cahn de mis desvelos. No se lo cuento, básteles saber que el meollo del asunto gira en torno a cabezas reducidas -un tema poco usual en el fantástico, a pesar de su gran plasticidad-, confeccionadas por Daniell en un sótano con ayuda de un jíbaro zombie que mantiene su boca cosida y calza sandalias de piel humana.
Especial interés tienen los repetidos planos que muestran el proceso de hervido y reducción de las cabezas, por gentileza de nuevo del especialista en efectos Charles Gemora, a quien otro día consagraré una entrada entera. Por hoy les dejo, avisándoles una vez más que de que no me gusta nada que se tomen a chufla películas como esta, que una cosa es el frikismo ese tonto que dicen ustedes, y otra las buenas maneras cinematográfi--cas, de las que estas cuatro calaveras andan más que sobradas.
6 comentarios:
Programa doble de lujo!! Una de momias romanas y otra protagonizada por el mismísimo doctor malévolo de "El Ladrón de Cadáveres". Chapeau!
Saludos.
Programa triple especial Gemora para ya mismo.
Diossss! Gran programa doble, sí señor! No he tendio la suerte de ver ninguna de las dos aunque me declaro admirador fervoroso de Cahn desde mi más tierna infancia. Y por supuesto del pérfido Henry Daniell. Usted si que sabe, abuelito!
"Vean sino a don Henry Daniell, especialista en componer ofídicos villanos, haciendo aquí de sacerdote amazónico camuflado que vive con un cuerpo cosido a su cabeza desde hace doscientos años."
Por prosas memorables como ésta es por lo que me rindo admirado ante este blog y su inmensa sapiencia, abuelito.
Abuelito, aquí tienes la reseña de este sumergido film alemán
abrazos
http://www.europafilmtreasures.eu/PY/269/see-the-film-the_enchanted_circle
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