Directores: Gus Meins y Charley Rogers. Con Stan Laurel, Oliver Hardy, Henry Brandon, John George. USA, 1934.
Cumbre absoluta del cine como artificio, apoteosis visual de pasmos y maravillas, viaje psicodélico al reino imaginado de la infancia, corazón y origen de lo fantástico: espectáculo obligado, pues, para todo degustador de excesos y raros manjares. Así de contundente me ven ustedes ante Babes in Toyland, comedia magna de Laurel y Hardy, la más célebre de las parejas de hecho que al cine han asomado. Una incursión de los dos cómicos en el País de Oz varios años antes de que fuese hollado por Judy Garland; bien que aquí tal lugar sea rebautizado como Toyland, su esencia y encarnadura son las mismas, y como allí prodigio y fascinación acompañan sin tregua el ojo del espectador.
Laurel y Hardy siempre representaron ser dos marginados incapaces de adaptarse a un sistema cuyo cruel funcionamiento les es ajeno; perpetuamente hostigados y perseguidos, la suerte que corren no es mejor en esta Tierra de los Juguetes. Gimen bajo la férula de un patrón despótico, fabricante de juguetes que ha creado un ejército de soldaditos de madera autómatas; pierden su empleo, son condenados por ladrones y el pobre Gordo sufre pública humillación... Residentes en un escenario entre circense y feérico que recrea con asombrosa precisión toda la iconografía del cuento clásico, Stan y Ollie deberán enfrentarse a las fuerzas del Mal personificadas por una horda de Cocos peludos y monstruosos a quienes comanda el llamicoso Henry Kleinbach, un joven intérprete que más tarde cambia su nombre por el de Henry Brandon y encarna al diabólico mandarín en el inmortal serial Los tambores de Fu Manchú.
No es con todo el más extraño habitante de este país encantado. En desfile apabullante se suceden las apariciones de otros vecinos, como La Vieja que vive dentro de un zapato, Santa Claus, la Pastorcilla que perdió un cordero, los Tres Cerditos (actores enanos ataviados como en el corto de Disney -John George entre ellos-, cada cual en su casita correspondiente), o una especie de Mickey Mouse que interpreta, y con lucimiento, un primate disfrazado a tal efecto. Un conjunto susceptible de despertar cualquier emoción excepto la indiferencia.
Humor, si ustedes quieren, de garrotazo y tentetieso, tosco e ingenuo; una estética que no es otra que la de la barraca de feria sublimada y multiplicada; un argumento delirante salpicado de indigestas canciones. Aún ciertas, resultan razones de escaso peso para que quien guste dejarse llevar por sentimientos primarios renuncie a ver este clásico del Cine Loco con mayúsculas, irrepetible y de pelaje singular.
9 comentarios:
Deberemos localizar una joya como esta. Las imágenes y las explicaciones Fantàsticas, con mayúscula!
Señor Galderich, yo la había visto hace tiempo en V.O., pero esta misma mañana he podido adquirirla en unos grandes almacenes de británica evocación por menos de seis euros, con sus extras, sus subtítulos y todo... A ese precio no es para pensárselo... Está editada en DVD con el nombre La marcha de los soldaditos de madera.
Por si no lo conocen, el museo de Laurel & Hardy en Harlem (Georgia):
http://www.harlemga.org/museum.htm
una delicia
Pues depués de leer el post he buscado por los interneses y me la estoy viendo a ratos en el trabajo, y puedo confirmar un par de cosas:
1 magnifica película (siento predilección por este par)
y
2 constatación de que con todos los recursos disponibles hay quien no deja de hacer mierduzas comparadas con esta peli (v.g. el sobrevaloradísimo Tim Burton)
Muy de acuerdo con usted, don Isra: Timoteo Burton está hipervalorado; su capacidad para plasmar el mundo del cuento, aún con con presupuestos que centuplican el de este filme, es más que limitado, como dejó ver en su insoportable, chata, convencional y mequetréfica "versión" de la Alicia de Carroll...
El día de San José se puede adquirir con el diario El Mundo a precio de risa.
Menuda pinta tiene este clasicazo Abuelito!!
Miraré si la localizo en algún lado antes de que cierren el grifo los tiranos que todos sabemos!!
La ví de pequeño en un pase de sábado tarde en la tele,de todo el elenco de freaks de la película lo que más recuerdo es la vieja que vivía en un zapato.
La voy a buscar para volver a verla,nuestro abuelito no sólo nos descubre rarezas,también (y sobre todo) nos recuerda nuestra infancia.
..véala de nuevo, Angeluco... sé bien cierto que no ha de decepcionarle!!
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