2012-11-30

Un poco de paciencia


Mucho me temo que con estas cosas de los deshaucios tristemente tan en boga me echen del actual Desván  un día de estos... Les ruego, nietuc@s, un poco de paciencia, pues en vía estoy de solucionar tan enojosa situación...
Dénme unos días y les ofreceré una gran sorpresa; todo antes que cerrar esta su casa...¡Venceremos, pese a las maldades informáticas de las que somos víctima!!
¡¡NO SE ME VAYA NI UNO, QUE PASARÉ LISTA EN CUANTO VUELVA, QUE SERÁ BIEN PRONTO!! ¡¡AY DE LOS DESERTORES...!! ¡¡VENCEREMOS, PESE A QUIEN PESE!! ¡¡NO ME MOVERÁN!! (bueno, a lo mejor sí, pero será para bien...)
¡¡Dénme unos días que estos problemas los soluciono yo en un santiamén con mi garrote!! Un poco de paciencia, repito, que pronto comprenderán... gracias...

2012-11-26

¡¡Ya salió el 2000Maníacos!!


EL RETORNO DE FU MANCHÚ
Fiel a su cita otoñal, nietucos, apareció ya el número 43 del 2000Maníacos, el fanzine de cine loco más veterano de Europa, de Asia, de América y de parte de Oceanía!!!!
Auténtico pionero de eso que hoy hasta la Real Academia de la Lengua quiere (sin duda en un desvarío de sus señorías) denominar cosa "friki" (odioso vocablo que jamás volverá a repetirse en este Desván), el número presente confirma que la publicación es como el vino, qué quieren que les diga: gana con la edad.

Voces hay que acusan al Maníacos de haber limado sus garras, y no estoy de acuerdo: más allá de las archiconocidas travesuras de iconos cutres como Fulci, Amato o el insoportable Jess Franco o los asuntos de tetas y pililas el fanzine tiempo ha que amplió sus horizontes al encuentro de territorios harto más vírgenes y fructíferos, de las cintas exóticas y selváticas al mudo más ignoto, del gótico americano al desconocido cine sudamericano, de los clásicos ocultos de los cuarenta a las actuales bizarreces niponas, pasando por el de hoy, delicioso, que constituye médula de este ejemplar casi monográfico: las andanzas en celuloide del Siete Veces Doctor Fu Manchú.

Los dedos de las manos bastan y sobran para contar cuántas publicaciones en papel aparecen en España que sean OBLIGADAS para el fervoroso amante de la Cultura Popular; desde hace veintitrés añitos el Maníacos encabeza tan selecta lista.
Celebración del triunfo definitivo de la China sobre la cada vez más decrépita Europa, encontrarán en este número valisosísima información sobre los primeros filmes dedicados a Fu Manchú, sus novias, su señora hija, su afición a las torturas, su estancia en tierras españolas, sus apariciones televisivas o su querencia por bigotes y mandiles de toda laya. Y como siempre entre lo zumbón y lo erudito, como sólo 2000Maníacos sabe hacerlo!!!
¡¡No son ustedes dignos de llamarse nietucos si no corren ahora mismo a por su ejemplar!!
Aquí, en esta cosa del Feibus, les ampliarán la información: http://www.facebook.com/pages/2000-maniacos/57992851632?fref=ts
¡¡Escriban a pipoelpayasoborracho@yahoo.es o acérquense antes de que se agote a uno de estos puntos de venta:
MADRID (Madrid Cómics), ALICANTE (Ateneo), BARCELONA (Freaks, Continuará, Antifaz, Arkham), GRANADA (Librería Subterránea), VALENCIA (Futurama, Imágenes), LUGO (Tótem), ZARAGOZA (Ventana Indiscreta), MÁLAGA (En Portada)

¡¡Háganme caso, regaitas, que en este fanzine nací yoooo!! ¡¡Que se lo van a pasar en grande, demonios, palabra de su Abuelitooooooooooo!!!

2012-11-19

Five o´clock tea with ghosts & blood


Los afamados PROGRAMAS DOBLES del Abuelito presentan hoy dos oscuros clásicos cien por cien British Horror!!!

Igual que sucede con África, sus junglas de juguete y sus mundos perdidos, Inglaterra como lugar soñado es cosa por la que se siente predilección en esta casa. Destetado con los británicos elfos y gnomos de la colección Marujita; amamantado por los tebeos de The Spider, Mytek, Zarpa de Acero y demás extravagancias tardo-victorianas de la Fleetway; criado a la sombra de los cantores del Imperio al estilo Ridder HaggardConan Doyle;  crecido entre las historias de fantasmas de Le Fanu, M. R. JamesMachen y  su vastísimo grupo de colegas; desvirgado con la Hammer reviviendo goticismos desde Carnaby Street... Deuda la contraída con los bebedores de té de las cinco que como comprenderán no puede ser devuelta sino en forma de amor eterno.
Nieblas, callejones, sombreros de copa y circunspectos caballeros. Puritanismo de día y magia negra de noche; autobuses rojos en la superficie y Fu Manchú bajo las alcantarillas; engoladas y aborrecibles damas en salones góticos que comparten pavorosos fantasmas. Espectros que forman parte del patrimonio british tanto como Sherlock Holmes, Aleister Crowley o el punki de la cresta, glosados en innúmeras ghost stories, género tan de moda en la era victoriana, irracional reverso de aquel mundo encorsetado por las buenas maneras y la disciplina.

A PLACE OF ONE´S OWN
Director: Bernard Knowles. Con James Mason disfrazado de viejo, Margaret Lockwood, Denis Price el de Jesús Franco, Barbara Mullen. Gran Bretaña, 1945


Una ghost story en toda regla es esta Una casa en propiedad. Canónico relato de un fantasma vengativo que posee a una joven trayéndola por la calle de la amargura en los días, claro está, de la Reina Victoria, en acomodada mansión -los aparecidos ingleses suelen llevarse mal con la pobreza-, su ambientación entre volantes, cofias y corsés de ballena no hace más que remitir a los iconos propios del género. Lo mismo que la comedida actitud  de los protagonistas, más preocupados por no elevar la voz que por ser presa de cualquier ser de ultratumba.

Y es que estos caballeros y estas damas no pierden la compostura así les infecte la casa una legión de demonios. Nada de chillidos, nada de sustos, nada de carreras por los pasillos. Todo lo más un torcer de bigote, una pequeña tos y un lacónico "Hum, me temo que nuestra casa está encantada, querida", en las antípodas de los escandalosos yankis y sus traviesos poltergeist. No hay aquí sombras artificiales que potencien el misterio, ni se avistan ectoplasmas ni cualquier otro ente que se salga de tono: el fantasma se limita a silbar por la noche y a tocar el piano; la posesa guarda cama discretamente, sin histerismos ni alharacas.

Se agradece en principio esta irrupción de lo espectral tan pausada y tan discreta, como manda la tradición literaria, mas tal exceso de comedimiento acaba por pasar factura convirtiendo al filme en título idóneo para las bienpensantes puritanas que toman su té con una nube de leche mientras los criados sirven y las damas, entre sombreros con plumas y meñiques tiesos, se despellejan educadamente. O sea, en un artefacto frío como un témpano de hielo que destierra la emoción como asunto de mal gusto... Y hay que ver en qué poca cosa queda una historia de horror sin pasión, por hermosa que sea su cáscara...


THE GREED OF WILLIAM HART
Director: Oswald Mitchell. Con Tod Slaughter, Henry Oscar, Jenny Lynn, Aubrey Woods. Gran Bretaña, 1948

¡Esto es harina de otro costal! Y es que si Una casa en propiedad es una ghost story paliducha, como de almanaque navideño, The greed of William Hart es talmente un penny dreadful, aquellas publicaciones cochambrosas de horrores y crímenes por entregas que tanto fascinaron al lector inglés durante el siglo XIX. Por si hay alguno que ignora qué son, este BLOG AMIGO habla y reproduce muchos de ellos, y el último número de la obligatoria revista de pulp BARSOOM les dedica amplio espacio. Pringue, miserias, brutalidad y andrajos, tufo de alcohol barato y perfumes de mala vida, todo capaz de arrugar la nariz de cualquier victoriano pundonoroso.
Narra la historia de Burke y Hare, aquellos célebres desenterradores que vendían cuerpos cada vez más frescos a las facultades de medicina y que acabaron mal, pero que muy mal. Se llaman aquí señor Hart y señor Cooper, son dos llamicosos viejos de modales ofídicos que se tratan de usted, anteponen la palabra señor a sus nombres y comparten igual gusto por la buena educación y la degollina en cadena, como aquellos dos asesinos mariquitroles del bondiano Diamantes para la eternidad. No en vano Hart es el grande Tod Slaughter, el Bela Lugosi británico, histrión cautivador  urdiendo siempre miserables perfidias. Hace un tiempo les hablé AQUÍ de él, a propósito de su estelar interpretación del Barbero Asesino de Fleet Street.
Slaughter es toda una delicia capaz de levantar cualquier filme que se le eche. Lo cual no es necesario en este, ameno y tosco a la vez como las publicaciones astrosas en que está inspirado. Gesticulante, de encogido cuello, lengua lujuriosa, labios gruesos de vicioso, dos chispas por ojos y un verbo envenenado, no puede encontrar mejor pareja que la de su compinche Cooper, interpretado por Henry Oscar, un repelente bajito de los que se creen guapo que gasta patilla de hacha, mechón engominado e hilillo de baba en la comisura. Entre los dos, prostituta que ven al matadero va...
Si en el primer filme todo era elegancia y refinamiento, en este no hay más que harapos y miserias. Slaughter vive en una antro que comparte con su madre borracha y su mujer embarazada a las que vapulea a placer. Su entorno es el cementerio, el burdel y la taberna, y sus conocidos una recua de perdedores y degenerados de muy mal vivir. Ni en el matar es delicado: un degüello, un garrotazo y a seguir bebiendo ginebra. Los crímenes suceden todos en off, que la censura británica era super remilgada y no permitía mostrarlos; el peso de la función recae en Slaughter y Oscar, encargados de transmitir todo el morbo y la maldad de la historia... y vaya si lo logran!
Un joven John Gilling ejerce de guionista y ayudante de dirección, no en vano dará más tarde a la Hammer alguno de sus títulos más logrados: inmejorable escuela es esta producción modesta, por no decir paupérrima, en la que todo lo que se vislumbra de la ciudad es un par de callejones sospechosamente parecidos que ilumina a medias la misma farola. Mejor, pues así gana en aspecto teatral, añejo como papel amarillento y capaz como aquel de despertar aún arcaico escalofrío...    

2012-11-12

Galería de Terror Pulp

LAS FRONTERAS DEL MIEDO

Poco se prodiga en el pulp de por estos lares el relato de terror. Salvo honrosas excepciones, apenas se le dedican colecciones, al revés de lo que sucedía en América en los gloriosos años treinta y cuarenta. Aquí ni le gustaba un pimiento a la censura, siempre desconfiada hacia lo fantástico, ni a los editores, temerosos precisamente de incurrir en las iras de ésta.
Que el público no lo apreciase es asunto más dudoso, viendo cuánto se acercaban a él algunos títulos que no pertenecían al género...

El policial, prolífico como pocos en el pulp hispano, bordea en nuemrosas ocasiones el género de miedo. Por lo menos, gusta de jugar con su iconografía, y si lo hace tan a menudo es de suponer que fuera porque el lector sabía agradecerlo.
Vean qué maravillosa muestra traigo de lo que les digo. Un Hombre Simio Gigante, que aparece en la novela de Stanislas Steeman, toma rasgos licantrópicos de la mano del portadista Femenía Jr.; Sidney Horler, pálido imitador de los delirios goticistas de Edgar Wallace, suele traer a colación falsos vampiros, monstruos, castillos encantados; lo mismo que el absolutamente desconocido George Buenchico y sus encapuchados de opereta.
Harina de otro costal éste genuino cien por cien, es la edición del clásico de terror y gangsters Arde, bruja, arde del que hace infinidad ya les hablé AQUÍ.

Tan queridos décadas más tarde, los psicópatas no contaban entonces como ahora con la preferencia del público. En El paraíso del monstruo, uno de ellos se pone al servicio de un químico que se hace rico extrayendo los distintos fluídos de cadáveres humanos y comerciando al mayor con ellos; asunto distinto del que ocupa al asesino de Austin Warren: cualquiera que se vista de arlequín para acuchillar a la gente es sin duda alguna un temible perturbado...
Tanto por lo menos como el bilioso sujeto de Los crímenes de Deck, asesino de mujeres en la mejor tradición del género, turbio y demente como está mandado...


La ciencia es lugar común en una literatura saturada, por fortuna, de sabios locos y chiflados profesores. El erlenmeyer y la probeta como símbolos de amenaza mortal, como bien ejemplefica la hermosa cubierta de El laboratorio de los crímenes; lo mismo que la jeringa, que en manos de un señor de bata blanca y prominente dentadura como el Doctor Funk no puede significar más que la muerte.
No otra cosa es la que ocupa a los científicos que sintetizan el Óxido Verde. ¿Por qué sino iban a trabajar ornados con tan espléndidas máscaras de gas?


Lo exótico es sinónimo de desconocido, y esto, como ocurría con la ciencia, no puede presagiar nada bueno. Las razas amarillas, cobrizas, negras, no tienen en la cabeza más que la perdición del hombre blanco. Bien lo sabe el émulo de Fu Manchú que aparece en Los jugadores de Mah Jong, o el hechicero de un islote polinesio que desde su exilio planifica y ejecuta los crímenes que firma por medio mundo con una pequeña Calavera de Oro.
Y qué decir de una máscara con semejantes dientes y ojos: nadie en su sano juicio querría junto a él a semejante adefesio: siniestro ha de ser su propósito, sin duda, que la religiones extrañas no son sino cultos diabólicos disfrazados. Como el que lleva a Sexton Blake a la Isla del Horror, a enfrentarse con sacerdotisas que gustan de la serpiente como animal de compañía y de zombies medio muertos medio vivos como servidores ideales, de los que nunca rechistan...

 




Una estética sugerente a más no poder que hace reflexionar sobre el atractivo de lo feo, el gusto de las masas, la iconografía de un género impostando a otro, la fecundidad de los autores de pulp, el trasvase entre distintos medios, la fuerza expresiva de unos dibujantes en los que hasta la falta de habilidad constituye virtud, las fronteras del kitsch, las raíces del mal gusto, los miedos de Occidente y diez mil temas más nacidos al socaire de estas portadas, contundentes como puñetazos, hipnóticas como pocas, perfectas como resumen del convulso y bello siglo XX...

Índice
- Uno en tres. Portada de Femenía Jr. Col. La novela aventura, años treinta;
- El Monstruo de Grammont. Potadista desconocido. Col. Aventuras, 1941;
- El castillo del terror. Portada de A. López Rubio. Col. Aventuras, 1940;
- El hombre de la media cara. Portadista desconocido. Col. Diamante Amarillo, 1942;
- Arde, bruja, arde. Portada de Armengol Terrés. Biblioteca Oro, 1935;
- El paraíso del monstruo. Portadista de firma ilegible. Col. La novela aventura, 1940;
- Asesinos a bordo. Portada de Femenía Jr. Col. La novela aventura, 1939;
- Los crímenes de Deck. Portada de López Reiz. Biblioteca Aventura, 1940;
- Noches de crímenes. Portada de Mijan. Ediciones Aries, años cincuenta;
El laboratorio de los crímenes. Portada de Femenía Jr. Col. La novela aventura, 1939;
El misterioso doctor Funk. Portada de Cobos. Col. La novela quincenal, 1941;
- El óxido verde. Portada de D. Nadal. Col. Amarilla, años cuarenta;
- Los ojos de la máscara. Portada de Pedro. Col. La novela aventura, 1935;
- Las calaveras de oro. Portada de Adolfo López Rubio. Col. Aventuras, 1940;
- Los jugadores de mah-jong. Portada de A. López Rubio. Col. Diamante amarillo, 1942;
- La isla del horror. Portadista desconocido. Col. La novela aventura - Serie Sexton Blake, 1934.
 

2012-11-07

The vampire´s ghost

THE VAMPIRE´S GHOST
Director: Lesley Selander. Con John Abbot, Charles Gordon, Peggy Stewart, Grant Withers. USA, 1945




 
 No vaya a pensarse nadie que fuera de la Sacra Universal no hay vida en el cine de miedo: durante la década de los cuarenta pequeñas productoras como Republic o Monogram facturan algunas películas fantásticas, confeccionadas desde la pobreza y rozando las más de las veces la heterodoxia y no pocas, ay, la inoperancia. No es el caso de esta que traemos hoy, modesta a no poder serlo más pero con abundantes puntos de interés para el curtido fan del género.
Es The vampire´s ghost acertada mezcla de dos géneros muy queridos: el de terror y el de aventuras en las junglas de a peseta. Cine Pulp en estado puro, pues, y no es de extrañar: su argumento se debe a Leigh Brackett, autora de ciencia ficción pródiga en revistas clásicas como Planet Stories o Thrilling Wonder Stories y guionista de varios pesos pesados cinematográficos, de El sueño eterno (1946) a Río Bravo (1959) pasando por la mismísima El Imperio contrataca, durante cuyo rodaje falleció. La dirección del todo terreno Lesley Selander, responsable de diez mil B-westerns entre los que se cuenta la serie de Hopalong Cassidy, redondea el agradable aroma a papel viejuno que el filme desprende.




 

"¡África... la tierra donde el vudú (sic) domina la noche... iluminada por una luna siempre mística...!" recita una voz en off al empezar el filme. El África de mentiras, ya la conocen, llena de salacots, bungalows, chozas, taparrabos, nativos supersticiosos y perpetuo retumbar de tambores. Un ambiente demasiado tropical para un vampiro, y sin embargo van a desfilar por ella muertos en serie, cadáveres sin sangre, magnetismo animal y toda la acostumbrada parafernalia, cura incluido, llamicoso, pesado, imbuído de santa intolerancia.
John Abbot, el vampiro heterodoxo, mentón huidizo y ojos de buey degollado, secundario en mil y un filmes, compone un excelente No Muerto al que su eterno aire de indiferencia, desvalimiento y completa falta de escrúpulos no hace sino favorecer. Es dueño de un bar nocturno -adecuada profesión- en la que no falta la exótica orquesta; elegante y cortés como todos los de su especie, es también enamoradizo como está mandado. Gasta un cofrecillo de tierra en lugar de ataúd y sale a la luz del día con la sola protección de unas gafas de sol. En menos de una hora se consuma su destino después de casi quinientos años de existencia.
Un cocktail de géneros nacido de la necesidad de aprovechar escenarios y decorados ya construídos, que se salda con un aprobado alto, qué demonios: no podría ser menos con la predilección que por ambos mundos, el colonial y el vampírico, mantenemos en esta casa. Realización hábil, mucho más de lo corriente en estos casos, un Abbot la mar de disfutable y una ausencia de pretensiones que hace perdonar su completa falta de atmósfera. Qué más puede pedir cualquier enamorado de las fantasías blanquinegras...
 

2012-11-01

Los fieles difuntos del Marqués de Serafín

El Día de Difuntos El Desván del Abuelito se honra en añadir a su colección de GRANDES PERSONAS CON BIGOTE al eximio, ilustre y olvidado 
MARQUÉS DE SERAFÍN

Confío que quede aún alguien que recuerde a don Serafín Rojo Caamaño, humorista gráfico carne de La Codorniz, pilar anómalo del semanario para niños Jaimito, rey de bohemios, autoproclamado aristócrata tronado, pintor de cuadros y de atracciones de feria, trotamundos, libertino y currante, amigo de juergas, francachelas, caldos añejos, señoritas de mal vivir y de todo cuanto representa la vida con mayúsculas, anarquista epicúreo cuando le dejaban, Goya de andar por casa, Gutiérrez Solana del papel impreso...



Prolífico a la fuerza, su trazo expresionista y desgarbado cruza cuarenta años de vida española asomando por todos los rincones. Varios libros recogieron parte de su inquieta actividad, entre ellos este que, por cuestiones de fecha, es hoy más apropiado, consagrado todo él a glosar una vida de Ultratumba descreída y cachonda: no renuncia el Marqués a su carnalidad gozosa ni aún reducido a mondo esqueleto. ¿Por qué se ríen las calaveras? es su título, editado por Barral en julio de 1976, con capítulos tan sugerentes como "Esqueletoteca paranoica", "Funerales, sepelios y otros desvelos" o "Crónica necrosemiótica".  

Un Más Allá de trazo grueso, de profundos negros, de honda estirpe hispana, donde Eros y un Tanatos que tanto no parece campan a sus anchas entre ataúdes, exhuberantes mozas, muertos que van a orinar y vivos que semejan sombras, donde cielo e infierno han sido cambiados por una eterna añoranza, la del placer en este mundo, única verdad a nuestro alcance. Risas un punto amargas, escépticas las de estos simpares difuntos. Hijas de una sabiduría que todos hemos de alcanzar...